Hitos y nombres entrerrianos para una conciencia socialista
Facón Grande, Borda, Jordán, Balsechi, Peyret, Raúl Fernández, Artigas, y siglos de comunidad guaraní, charrúa, chaná, como fuentes de la lucha obrera.
Por Daniel Tirso Fiorotto
En una rueda de socialistas con centro en Paraná, a la hora de indagar en la historia reciente del socialismo surgirá sin esfuerzos el nombre de Facón Grande (José Font), el carrero entrerriano que dio su vida en las luchas obreras de la Patagonia. Fue víctima de una emboscada, y el pudor que mostró ante el pelotón de fusilamiento, por defender a la peonada, con las manos atadas a la espalda y sosteniéndose la bombacha con los codos, tiene todos los condimentos de un martirio.
No faltarán las historias que resumen los nombres de dos ángeles: Ángel Borda en Diamante, Ángel Jordán en Gualeguaychú, pioneros en la organización de trabajadores de diversos oficios, y enfrentando con valentía a las patronales, hace un siglo.
Y tantos como ellos que no sólo organizaron medidas de fuerza históricas en momentos clave sino que se dieron al trabajo comunitario, cooperativo, con testimonios para sacarse el sombrero. En eso recordamos a Juan Balsechi en Concepción del Uruguay, pero damos un nombre sólo como referencia porque en verdad se trata de procesos colectivos.
Ninguneo de lo propio
Con Alejo Peyret primero y con Raúl Fernández después, la costa entrerriana del río Uruguay puede mostrar conciencia y acciones concretas por el socialismo.
Mucho antes que lo dijera Rodolfo Walsh, el socialista Raúl Fernández llamó a las juventudes a valorar las luchas anteriores, y advirtió hace casi un siglo que no debían medirse las cosas con distintas varas, es decir: si algo es plausible allá, también lo es acá. Eso que parece una perogrullada ocurre porque Fernández puede olfatear los estragos del colonialismo en quienes aceptan sus casilleros mentales para ver lo ajeno y no ver lo propio. “El que entra de corazón/ en las luchas proletarias,/supremo esfuerzo de parias/ por hallar liberación,/ deberá saber muy bien/ que otros proletarios rudos,/ semisalvajes, desnudos/ probaron suerte también”. Eso dice Raúl Fernández en su notable Payada de un Federal, publicada en el año 1942, es decir, hace casi un siglo. Y reprocha: “Por ejemplo, es irritante/ que mueva honda simpatía/ un cuadro, y antipatía/ otro cuadro semejante”, en referencia al aprecio de lo lejano y el ninguneo de lo cercano. “¿No es también un proletario/ el paisano de esta tierra/ que se lanza en son de guerra,/con anhelo libertario?” “Es injusto desdeñar/ los frutos que da este suelo/ y buscar siempre el modelo/ del otro lado del mar ”.
Notable la claridad del socialista Raúl Fernández, que tuvo destacada acción política en Concepción del Uruguay como ha demostrado el estudioso Jorge Villanova. Y veamos algo más sobre su mirada histórica: “Convengamos, sin embargo,/en que hay sobrada razón/ para hacer a una legión/ de escritores, este cargo:/ Al litoral entrerriano/ en su afán de independencia,/ se lo trata sin clemencia,/ cual no se trata a un hermano./ Sin clemencia, si hubo error,/ y si hubo nobles ideales/ —los hubo, audaces, geniales—/ un silencio abrumador…/ Y es que los guías porteños/ marcaron ya al comenzar/ su propósito de obrar/ como señores y dueños ”.
Artigas, el Argentino
Vale repetirlo: Raúl Fernández habló hace casi un siglo a la juventud, a la estudiantina, en especial a los socialistas, y desde Concepción del Uruguay tomó como fuente la revolución federal artiguista. Por eso, un encuentro de socialistas argentinos no obviará la interpretación de Raúl Fernández y menos desconocerá la Liga de los Pueblos Libres. “Fue Artigas, el argentino,/ -y lo fue como el mejor-/ que por el Plata y su honor/ jugó fiero su destino./ De Artigas somos paisanos/ y decirlo el alma agranda:/ los de ésta y de la otra banda/ fuimos y somos hermanos./ Artigas, el protector,/ aquellas ansias colecta,/ las conforma y las proyecta/ cual grandioso reflector./ No importa que alguien blasfeme/ porque esparce claridad;/ él marcha con libertad/ y así ‘no ofende ni teme’./ Lleva una rúbrica franca/ la proclama de su empresa:/ roja banda que atraviesa/ la bandera azul y blanca./ Rojo, color de pasión,/ de protesta justiciera,/ hoy la universal bandera/ de la humana redención”.
El colonialismo, tan propio de nuestras instituciones, oculta a Fernández como niega a Artigas. Es imposible obviar esta comunión de la banda roja federal y el socialismo en los versos del poeta. Como si fuera poco, y luego de mostrar el entusiasmo de las familias paisanas con los ideales libertarios, Raúl Fernández enciende un alerta: “La educación oficial,/uniforme y apropiada,/ te arrejunta a la majada/ que camina a paso igual./ Si muestras una vislumbre,/ se esmerarán en instruirte./ Tanto más dan en pulirte,/ tanto te llenan de herrumbre ”.
El lúcido pensador advierte, entonces, la manipulación de la historia para ocultar los principios revolucionarlos o desvirtuarlos. Y vuelve con el litoral: “Así nace el artiguismo/ en las tierras litorales;/ sus legiones federales/ asombran con su heroísmo./ El artiguismo, fundido/ en crisol de carne humana,/ es ánfora americana,/ de precioso contenido./ El artiguismo, tal cual,/ es teoría y es acción,/ él es la Revolución/ de Mayo en su faz social./… Y su caudillo, en quien sacia/ su hambre de maldad el odio,/fue como el ángel custodio/ de la inicial democracia”.
Continúa luego redactando en versos las Instrucciones del año XIII: “Ellas cumplen el prodigio/ —regla histórica no hay duda—:/ ‘la chusma mugrienta y ruda’/ salvando nuestro prestigio./Ellas forjaron la hueste/ con su temple federal,/ aquel del tajo auroral/ cruzando el blanco y celeste”. Y añade el poeta: “La democracia es falaz/ si forja un omnipotente;/ algún día, fatalmente,/el forjado es un rapaz”.
Guaraníes y charrúas
Algo conocemos de nuestros ancestros, los pueblos de los montículos en el delta, los charrúas y los guaraníes, con sus costumbres comunitarias expresadas en la hospitalidad, la gauchada, el trabajo colectivo y festivo, y sin presencia de reyes, emperadores o señores feudales.
Familias isleras, campesinas, barriales, dan cuenta de la permanencia de estas prácticas, en sintonía con la cosmovisión de nuestras culturas ancestrales agrupadas en comunidad, en relación complementaria con el resto de la naturaleza, con prácticas de participación y consenso. Jopói, dice el guaraní: manos abiertas mutuamente.
Ya en la Revolución, el levantamiento protagonizado por criollos de la zona de Gualeguay y Larroque al mando de Bartolomé Zapata dio muestras de discernimiento no sólo por la independencia sino en relación a las clases sociales. Cuando los paisanos tomaron la estancia del comandante militar de Gualeguaychú García Petisco, arrearon sus caballos y alzaron otros bienes, pero devolvieron los que pertenecían a los empleados.
Fue antes de la explosión artiguista en función de la soberanía particular de los pueblos en confederación, con su disposición a favor de los nadie, es decir, los afrodescendientes, los pueblos ancestrales, los gauchos pobres, las viudas con hijos, a quienes la revolución les entregó estancias. Y después de toda una vida comunitaria guaraní retomada en las luchas de Andrés Guacurarí y su gente.
El tejido comunitario continúa a través de las décadas y por vías distintas de la historia más divulgada, centrada tantas veces en los poderosos. Hace pocas décadas esa conciencia comunitaria y ecológica se manifestó en la capital entrerriana con la resistencia al endicamiento del río Paraná, por caso, encabezada por pescadores artesanales.
Eso da cuenta de una disposición de las agrupaciones para reunirse por la negativa, pero con menos disposición para la vía propositiva, por ahora.
Estado nación burgués
Un análisis del sistema no puede obviar en nuestro territorio la reciente guerra entrerriana, posterior a la Guerra al Paraguay y anterior a la “Campaña del desierto”.
¿Qué relación tiene con el socialismo el resultado de la Guerra entrerriana, generada por la invasión de Buenos Aires con fusiles Remington, cañones Krupp, ametralladoras Gatling, tras el derrocamiento y la muerte de Justo José de Urquiza? ¿Y el ataque a los pueblos de la Patagonia, consumado en la destrucción del País de las Manzanas gobernado por Sayhueque?
Si bien algunas guerras pueden circunscribirse al mundo de la burguesía, en la Argentina el capitalismo y el colonialismo van de la mano, y el triunfo de las armas de la Buenos Aires colonialista sobre guaraníes, entrerrianos y mapuches en la misma época generó un estado nación uniformador (al servicio de la burguesía del AMBA), recibido con prevención en la clase obrera que no es del AMBA.
Por ejemplo: si el estado nación toma fondos de la burguesía como ocurre con las retenciones, recibirá el apoyo de la clase obrera, que espera el reparto. Sin embargo, el estado nación concentrado destinará esos fondos al subsidio de tarifas eléctricas para Buenos Aires, del servicio de trenes para Buenos Aires, del servicio de aerolíneas para Buenos Aires, del servicio de colectivos para Buenos Aires, o aceptará bonos de Buenos Aires y no del resto. De ahí que los obreros de las provincias puedan sentir que el burgués local quizá derive más fondos para su territorio que el estado nación burgués, y terminen acompañando a los burgueses de la región contra los que usan el estado nación burgués controlado por la metrópolis.
Esta complejidad hace que unos a otros se puedan acusar de reaccionarios. Un partido político de izquierda se pregunta en estos días si la extracción de litio debe estar en manos privadas o estatales, y abre interrogantes sobre el estado nación extractivista.
Las autonomías comunitarias en confederación, de raíz artiguista guaraní y charrúa, están más cerca del zapatismo en Chiapas que de los regímenes verticales llamados socialistas. En Venezuela, Colombia, Cuba, Nicaragua, los estados reivindican las experiencias socialistas o las aplican, cada cual a su modo. Todos estos temas fueron abordados con espíritu crítico en un encuentro de socialistas realizado en Paraná con presencia de militantes argentinos, chilenos y orientales, además de paraguayos y ecuatorianos a la distancia, convocado por la agrupación Trabajadores por la Ventana.
La concepción del socialismo es distinta en cada región, algunos despotismos se enmascaran de socialismo para lograr cierta impunidad, y no faltan simpatías socialistas aquí y allá con administraciones distintas. Uruguay, Chile, Bolivia, han caminado o caminan administraciones críticas del capitalismo en suertes de socialdemocracias o populismos; gobiernos que parecen nacidos para administrar el sistema con elasticidad sin ponerlo en riesgo.
Literatura y cancionero
“Sobre el poder del dinero y sobre el imperio artero del mandón y el militar avanzará el pueblo obrero en su eterno batallar. Más que el oro y el acero es el barro popular”, dice un fragmento del poema de Marcelino Román. “Los repodridos de injusticias y jornales pobres”, recita Víctor Velázquez en referencia a los hacheros. Los entrerrianos manifiestan por distintas vías artísticas su crítica al sistema. “ Cielito, cielo que sí,/ el cielo de los platudos,/ están en colchón de plata/ pobrecitos y desnudos./ Si usted sale a caminar/ ve sin fin el campo flor/ y en tierra de mala muerte/ la ranchada de algún peón”, canta Miguel Ángel Martínez, el Zurdo. Y Juan L. Ortiz evoca a las familias desterradas o que tiritan debajo de los carros.
Tal vez el más combativo entre los poetas entrerrianos haya sido Ángel Borda, paisano de letra y de acción. “Quisiera que mis versos semejasen/ un ejército de hachas/ y por arte de magia transformadas/ en tajos mis plumadas./ Que tomando por selvas los tiranos/ los desgajen, los violen y los talen/ destrozando los tallos milenarios/ de aquellos que con sombras nos abaten./ ¡Así quiero yo que sean mis versos!/Como hachas. ¡Que maten!”
Y tal vez a la experiencia duradera y armónica debamos buscarla en los pueblos ancestrales, capaces de poner en práctica el don y lograr un estado de opulencia, sin marginados.
Estamos dejando afuera decenas de expresiones artísticas y de luchas sostenidas con críticas al sistema. Un pantallazo del socialismo, con sus variantes anarquistas, comunistas, comunitaristas, utópicas, cooperativistas, estalinistas, sindicalistas, guevaristas; del socialismo que busca el poder del estado, o el comunitario que ve en el estado una expresión burguesa; un pantallazo, decimos, nombrará sin dudas algunas de estas experiencias para no caer en el vicio que denuncia el visionario Raúl Fernández. “Es injusto desdeñar/ los frutos que da este suelo/ y buscar siempre el modelo/ del otro lado del mar”.