Bajante del Paraná: el INTA advirtió que podría ocasionar pérdidas y menor rentabilidad para la producción de arroz
Técnicos de Corrientes presentaron una serie de recomendaciones de cara a la campaña 2021/22 y proyectaron que habrá una reducción de casi el 36 % en la superficie ocupada por el río.
La actual bajante del río Paraná no solamente está provocando serios problemas a la logística de las exportaciones agroindustriales, que tienen su epicentro en los puertos del Gran Rosario, sino también podría repercutir negativamente en otros sectores, como por ejemplo en la producción de arroz, donde las provincias de Corrientes y Entre Ríos realizan un gran aporte a nivel nacional.
Un informe elaborado por técnicos del INTA Corrientes proyecta una caída de 36% en la superficie ocupada por las aguas del río Paraná, donde la actual bajante podría ocasionar pérdidas de producción y de rentabilidad en la actividad arrocera debido a la probable disminución del área de siembra y al aumento en los costos de riego. Los especialistas realizaron la advertencia a partir de que toda la producción de arroz que se realiza en la Argentina se hace bajo riego por inundación. Es por eso que el actual escenario hidrológico puede impactar en la nueva campaña debido a los problemas para la captación de agua, sobre todo aquellas que riegan desde el río Paraná, según informó Infobae.
En ese sentido, el grupo de Recursos Naturales del INTA Corrientes, la provincia que mayor producción aporta, determinó que la superficie ocupada por el río Paraná en la actualidad (con datos de julio de 2021) es de 253.000 hectáreas, unas 150.000 hectáreas menos respecto de las 398.000 hectáreas que ocupa en un año normal, según la evidencia satelital. Al respecto, Ditmar Kurtz, coordinador de Investigación del INTA Corrientes, señaló que “porcentualmente la mayor retracción se ha calculado en la provincia del Chaco, pero en superficie es en Santa Fe”. Además, sostuvo que en caso de continuar la situación de bajante del Paraná, las áreas expuestas sin agua en superficie pueden aumentar aún más.
Por su parte, María Inés Pachecoy, otra especialista del Instituto correntino, dijo que no es recomendable demorar la época de siembra, ya que se pierden las posibilidades del mayor aprovechamiento de la energía solar y, en general, del mes de mejores condiciones para la siembra, que facilitan la planificación y operaciones para esa tarea. En arroz, el rendimiento en grano se maximiza cuando se hace coincidir la floración, etapa crítica para la determinación del rendimiento, con el período de máxima oferta de radiación solar. Para esto la época ideal de siembra es durante septiembre.
En este contexto, los especialistas precisaron que no se puede realizar una estimación ya que, si bien la campaña sería Niña y ello implica una ventaja por las condiciones ambientales esperables, la incertidumbre respecto a la altura del río determina una amenaza importante a la producción, pues ciertas áreas no podrán regarse correctamente”. Según los datos de las Bolsas de Comercio y Cereales de Santa Fe, Entre Ríos y Chaco y la Asociación Correntina de Plantadores de Arroz, durante la campaña pasada se sembraron y cosecharon 199.700 hectáreas en la región arrocera del NEA, con un rendimiento promedio fue de 7616 kilogramos por hectáreas y la producción total anual fue de 1.521.005 toneladas.
Otras opiniones
Raúl Kruger, especialista en arroz del grupo Cultivos Extensivos del INTA en Corrientes, señaló que el arroz no es una planta acuática, pero se adapta a la inundación y puede vivir tanto en suelos inundados como en suelos sin inundar. Y agregó: “La inundación bien controlada crea las condiciones ideales para el desarrollo del cultivo y para que todos los insumos que se utilizan sean más eficientes, pudiendo ser aprovechados al máximo y obtener los mejores rendimientos”.
Otro de los técnicos del INTA que opinó sobre el impacto de la bajante en la campara de arroz, fue Alfredo Marín, quien comentó que “frente al escenario actual, se podrían ocasionar pérdidas de producción por la necesidad de reducir áreas de siembra, sumado al incremento de los costos debido a las inversiones necesarias para adecuar el sistema de bombeo o por ineficiencia en el uso de productos, como fertilizantes o herbicidas”.