A prepararse, ya llega la hora de debatir

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Por Víctor Hortel.

En mi artículo anterior[i], de la semana pasada, me preocupe por señalar la necesidad de dar “volumen organizacional al espacio político”, a fin de poner en valor a aquellos grupos o estructuras políticas que quisieran dar un salto de calidad para constituirse en fuerza política.

Decía entonces, y quiero referirme ahora, a la importancia que el espacio político tenga una instancia o ámbito de “debate[ii] o discusión política[iii]”; que permita a quienes participen, coherentizar sus ideas sobre la política en general.

Debemos tener presente que, en política, “el decir” tiene un enorme valor retórico y simbólico.

La importancia del debate tiene que ver primero con la importancia de la palabra en la política, es decir: poner en palabras los proyectos, las ideas, es la manera en que también nos relacionamos políticamente[iv].

Quien se ocupe de “hacer política”, sabe, o al menos debería saberlo, que uno/a, puede ser mucho más criticado/a por lo que no dice, que por lo que no hace[v].

“Debatir”, nos permite “decir”; por ello, los ámbitos de debate o discusión política son tan importantes, por cuanto nos permiten mostrar o expresar una reafirmación convocante de nuestra voluntad transformadora.

Debatir y decir, nos permite explicarles a nuestrxs compañerxs, que los dirigentes que se encuentran en el ejercicio del poder, se encuentran inspirados en valores trascendentes que se comparten.

El debate político, cuando es auténtico, refleja creencias y convicciones profundas, acerca de un orden social deseable, mostrando los cursos de acción y los valores en que se inspiran.

El debate político y el decir en política, siempre tiene como destinatarixs a lxs compañerxs, a quienes se solicita su adhesión a una propuesta. El debatir la política, facilita establecer una identificación entre las proclamas del espacio político y las convicciones profundas de los/as  compañerxs[vi].

En esa inteligencia el debatir la política, es una poderosa herramienta de producción política.

Algunos espacios políticos, han descuidado o no han desarrollado esta gimnasia de debatir la política, potenciando la uniformación del pensamiento, que se muestra –al menos en mi opinión- desmovilizadora de buena parte o de una parte significativa de la militancia.

Así, para aquellos espacios u organizaciones políticas, donde es recurrente la ausencia de contenidos y propuestas, la gimnasia del “debate” es un momento ideal para que lxs compañerxs puedan expresarse, tener visibilidad y dejar en claro algunos puntos y en ocasiones poner esos puntos sobre la ies.

Debo señalar que no me estoy refiriendo al debate político entre candidatxs al cargo de Presidente/a en un proceso electoral, ni al debate parlamentario entre las distintas fuerzas políticas con representación en el Congreso de la Nación, sino al debate entre compañerxs, al debate de ideas que debe darse en toda fuerza o espacio político que se precie de tal.

Me refiero al debate entre lxs militantes, ese debate que se establece en el marco de diálogo entre personas idóneas, que exponen sus visiones acerca de tópicos relacionados, que buscan compartir y converger en ideas a través de argumentos continuos.

Debemos realizar un esfuerzo para que, en nuestras agrupaciones u organizaciones políticas, existan espacios donde la característica sea debatir políticamente –lo social, lo económico, lo cultural, etc. etc.- donde el objetivo práctico sea vincular los conceptos teóricos aplicados a la transformación de la realidad.

El debate político, es también una valiosísima fuente de información para todxs quienes en ellos participan, sirven a los efectos de la toma de decisiones de la agrupación o espacio político y aporta a la preparación teórica y formación de lxs compañerxs.

El debate político entre compañerxs, también aporta lo suyo, en cuanto a dotar al sistema democrático de mayor volumen político, en tanto, promueve la participación y motivación de la militancia; lo que luego redundara en una mayor participación y motivación ciudadana.

Los debates en nuestros espacios políticos fortalecen la democracia en tanto y en cuanto promueven el involucramiento y compromiso de lxs compañerxs.

El debate político, permite también debatir la doctrina y la ideología.

Perón estableció una diferencia entre dos planos distintos de  la acción teórica: llamó ideología a la concepción general, prácticamente inmutables durante períodos, a cuyos principios debía ajustarse un proyecto político que trascendía la vida y obra de varias generaciones de ejecutores y denominó doctrina a la a la manera en que se estructuraban las propuestas para aplicar la ideología a lapsos más breves y en condiciones específicas[vii].

En mi opinión, con esa sola referencia, Perón invita al debate político permanente.

Desde un análisis si se quiere más técnico, La libertad de debate político ha sido reconocida por tribunales internacionales, otros órganos internacionales y tribunales nacionales como un derecho fundamental. La Corte Europea de Derechos Humanos resolvió en 1978 que » la libertad de debate político se ubica en el núcleo mismo del concepto de una sociedad democrática.[viii]

Parafraseando un fallo de la Corte Suprema de Israel, se puede afirmar que la democracia genuina y el debate [en tanto libertad de expresión] son lo mismo. El debate permite que cada ciudadano [compañerx], concrete su opinión independiente en el proceso de toma de decisiones tan crucial en un estado democrático[ix].

El debate de la política, o el debate político en el seno de las organizaciones o espacios políticos, busca lograr en lxs compañerxs opiniones formadas, evaluarlas y someterlas a la consideración del resto.

Ahora me pregunto, como lograr la participación ciudadana y la preocupación del pueblo en los asuntos de la democracia, si cuando se tuvo la posibilidad, se optó por obturar la participación de lxs compañerxs, imponiendo un pensamiento único, que claramente no persuade y menos aún reafirma convicciones.

El debate político nos brinda múltiples herramientas, que nos permite un mejor análisis de los escenarios, las situaciones, los contextos, las medidas de gobierno, los planes, generando que además del corazón, pongamos en funcionamiento nuestro cerebro.

Luego, el debate político, en tanto aplica a la formación, y nos exige analizar las diversas cuestiones racionalmente, aporta directamente al reconocimiento de la dignidad humana del/la militante político/a, en cuanto se apela a la persona que piensa y siente y no simplemente a “algo” que solo cumple indicaciones o instrucciones de alguien que se supone superior en una estructura u organización política.

Los debates políticos en la organización, estructura o espacio político, sirven también para defender de modo más persuasivo y lograr que el/la otro/a entienda de se trata.

Se entrena el pensamiento crítico, como se puede entrenar la lectura, y se fomenta en los/as militantes la capacidad de exponer mejor lo que piensa frente a otros/as.

Al fomentar el pensamiento crítico, lxs compañerxs aprenden a defender diferentes posiciones ideológicas, entienden mejor al adversario/a y hasta pueden llegar a cuestionar sus propios principios o los principios de la organización. Es un buen derrotero para la búsqueda de consensos.

En política no sólo se trata de contenidos o ideologías, sino que también son esenciales los métodos de participación, como la amplia discusión y búsqueda de consensos.

La generación del Pensamiento Crítico en lxs compañerxs es un imperativo para la solución de futuros conflictos y la toma de decisiones estratégicas. Para ello, se deben generar habilidades del pensamiento que permitan: interpretar, analizar, evaluar, inferir, explicar y comunicar las realidades.

“Para ganar hay que rebatir lo mejor del argumento del rival, con profundidad y rigor”[x]

El debate, permitirá a la organización o espacio político, construir un mensaje desde la profundidad y el rigor; tal vez no resulte atractivo para las redes sociales, pero tendrá mayor capacidad de cambiar una opinión o generar un consenso.

La gimnasia del debatir política, nos permite:

1.            a) generar el propio relato, a partir de una buena estructura de argumentación;

2.            b) rehuir de la estrategia fácil de atacar al contrario por quien es en lugar de ir a lo que dice;

3.            c) controlar el enojo y priorizar el intercambio de ideas.

Debemos desarrollar una pedagogía del debate político.

Un espacio o estructura política que no promueva ámbitos de debate político, bien podría ser tildado de conservador, en tanto esa decisión –no debatir la política- constituya una manifiesta y definida actitud con el oculto objetivo de sostener el statu quo.

Es necesario superar tan engañoso proceder pues no poner al debate político en el plano popular de la organización o espacio político, podría significar no escuchar las nuevas opiniones y criterios, es como cerrar los ojos a las causas, las finalidades e intereses que conformaron el espacio o estructura política; e impedirá diseñar e institucionalizar los fines y medios adecuados para que impulsemos el país que desean y merecen los argentinos.

Luego, el debate político no debe restringirse a un grupo de notables, sino que debe ampliarse a un gran debate a lo largo y a lo ancho de la estructura u organización. No se puede marginar la presencia activa y directa de lxs compañerxs del ámbito de debate político.

Resulta imprescindible la apertura de un proceso de participación, que recoja los aportes de lxs compañerxs que integran el espacio, estructura u organización política.

Desde otra perspectiva, el debate político, permite participar en la construcción discursiva de la identidad del espacio u organización política, con todo lo que ello implica.

Y, como militantes, no podemos soslayar que el debate político es patrimonio político del Peronismo.

Debemos considerar que tipo de democracia se practica hacia el interior de nuestras organizaciones. Debemos aportar a la democracia, entendiéndola como aquella del gobierno de las mayorías, en desmedro del poder de algunos/as elegidos/as.

En las organizaciones suele existir cierta reticencia, pero la propia dinámica de la política las lleva a tener que definir de alguna manera alguna propuesta, algunas ideas o mínimamente un posicionamiento respecto de los problemas. El debate político produce una mejor identificación, en definitiva, ayuda a mejorar la representación para el interior de la organización.

El debate político es una acción dirigida a lxs compañerxs, para colaborar en la construcción sus capacidades, para que participen en la programación y formulación de las políticas públicas, recuperando en su ejercicio los valores de las sociedades democráticas contemporáneas.

Quiero resaltar la importancia del debate político, invitándolxs a imaginar una utopía. ¿Cómo sería nuestra organización o espacio político, si entre lxs compañerxs existiese un buen debate político bien argumentado y constructivo? Entiendo, favorecería mejor el pensamiento colectivo, enriquecería la diversidad doctrinaria / ideológica, no habría una polarización radicalizada y nuestrxs dirigentes y referentes se verían obligados a mejorar su calidad como tales para estar a la altura de una organización compuesta por compañerxs poderozxs. Todxs lxs compañerxs tendrían la capacidad de analizar las situaciones en forma objetiva, lo que claramente permitiría elevar la autoestima organizacional.

En “Conducción Política”, Perón resalta la necesidad de ocuparse de la formación de cuadros y la necesidad de capacitar intelectualmente a nuestrxs compañerxs, fin de prepararlos para el decir y el hacer; bien, entiendo que el debate político constituye una poderosa herramienta a tales fines.

En Los patios interiores de la democracia Norbert Lechner sostiene[xi] que la problemática del Estado fue central en las tematizaciones de las ciencias sociales latinoamericanas durante la década de 1970, especialmente a partir del trabajo de Guillermo O’Donnell sobre el Estado burocrático autoritario; afirma también que entrados los años de 1980, el tema que llega a ocupar el lugar central de los debates es la democracia, y desplaza así súbitamente el debate intelectual al Estado como concepto articulador de una serie de problemáticas de la época. Este reemplazo de la temática del Estado por la de la democracia dejó, según el autor, una tarea irresuelta en la transición: pensar el Estado en perspectiva democrática.

Nuestras organizaciones y espacios políticos, deben tener la capacidad de debatir políticamente el Estado y la Democracia.

Debemos volver al debate político; es nuestra obligación, pues como explicaba Sampay, las naciones son estructuras colectivas vitales, pero que, a diferencia de las individuales, no están sometidas a los inexorables términos del proceso de desarrollo, decrepitud y muerte biológicos, sino que según sea la excelencia o carencia de su previsión y voluntad, crecen o decrecen, se expanden o se contraen, progresan o decaen hasta sucumbir. Construir una trinchera de ideas para confrontar con quienes impulsan políticas para someter a los pueblos. Un espacio para forjar el pensamiento y la acción necesarios para un Proyecto Nacional, Popular y Democrático, en el marco de la Patria Grande. La tarea es abrir y profundizar el debate; construir rutas conceptuales y metodológicas, como paso indispensable para la formulación del proyecto de liberación nacional y social. Trasmitir el saber emancipatorio: sembrar la teoría y diseñar la metodología apta para hacerlo realidad. Avancemos definitivamente por la senda hacia la Patria Grande, en estas tierras de la América del Sur. (Fuente: Identidad colectiva)

[i]https://identidadcolectiva.com.ar/que-el-tiempo-no-te-venza/

[ii] Según la RAE, el debate es un acto de comunicación en la que dos o más personas opinan acerca de uno o varios temas y en la que cada uno expone sus ideas y defiende sus opiniones e intereses. El que sea más completo se logra a medida que los argumentos expuestos vayan aumentando en cantidad y en solidez de sus motivos; al final de todos los argumentos expuestos por cada una de las personas, el intermediario deberá llegar a un acuerdo fijo.

[iii]La política, puede entenderse como el proceso de tomar decisiones que se aplican a todos los miembros de una comunidad humana. También es el arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados. La ciencia política constituye una rama de las ciencias sociales que se ocupa de la actividad en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por personas libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva. Es un quehacer ordenado al bien común.

Es la ciencia social que estudia el poder público o del Estado. Promoviendo la participación ciudadana al poseer la capacidad de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario para garantizar el bien común en la sociedad.

[iv]Analía Orr es Politóloga, docente de la UNPSJB y miembro del Grupo de Investigación en Política e Instituciones (GIPI)

[v] March, James G. y Johan P. Olsen. 1993. “El nuevo institucionalismo: factores organizativos de la vida política”. Zona Abierta 63/64: 1-43.  2006. “Elaborating the ‘New Institutionalism’”. En The Oxford Handbook of Political Institutions, editado por R. A. W. Rhodes, Sarah A. Binder y Bert A. Rockman, 3-20. Oxford: Oxford University Press.

[vi]La revista Mundo Peronista– órgano oficial de la Escuela Superior Peronista, fundada en 1951 con el fin de formar de cuadros políticos- comenzó a salir en los meses previos a las elecciones que darían lugar al segundo mandato de Juan Domingo Perón. En ese contexto, la publicación cumpliría una misión importante difundiendo la doctrina del justicialismo y “entrenando” a militantes y simpatizantes del gobierno para que cumplieran un rol multiplicador de los argumentos de defensa del oficialismo.

[vii] 2 Ricardo SIDICARO, “Contribuciones para el estudio de las ideas políticas de Perón”; en Estudios Sociales. Revista universitaria Semestral/ 8, Santa fe, 1995, p. 38.

[viii] Lingens v. Austria, Judgment of 8 July 1986, Series A no. 103, at para. 42

[ix]13. Zeveli v. Central Committee for the Elections to the 13th Knesset, and Association for Civil Rights in Israel v. the Israeli Broadcasting Authority, HC 869/92 and 931/92; 46(2) Piskei Din, 692.

[x]Fabregat, Antonio. “Debatir bien: una asignatura pendiente”. Colección Alienta. España

[xi]Lechner, Norbert (1995). Los patios interiores de la democracia. Santiago: Fondo de Cultura Económica.

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