Concordia: INTA ensaya con bioinsumos en plantaciones de arándanos
El INTA Concordia investiga el uso de bioinsumos -específicamente, bioestimulantes- para mejorar la calidad de fruta en plantaciones de arándanos. Semanas atrás presentaron un informe que mostró los resultados de un producto elaborado a base de proteína de pescado, aplicado en forma foliar y por fertirriego.
Los ensayos se realizaron sobre las variedades Emerald y Snowchaser durante el inicio de la floración y el crecimiento del fruto. El objetivo fue generar información para el productor, en un contexto donde los sistemas de producción “más amigables con el ambiente”, según la entidad, empiezan a cobrar protagonismo en los mercados internacionales.
Así, aparecen productos de origen (animal, vegetal, microbiano) que reemplazan o complementan a los de síntesis química utilizados en la agricultura convencional. En este caso, los bioestimulantes son compuestos enriquecidos en aminoácidos y se utilizan preferentemente en situaciones de estrés de los cultivos. Su función es activar los procesos fisiológicos y aumentar la actividad metabólica de las plantas.
“Como son productos muy novedosos, la información muchas veces no está disponible para los productores. La idea es generar esa información, evaluar los productos a campo en las condiciones típicas agroclimáticas típicas de la zona, haciendo mediciones para ver los efectos que tienen en la calidad de la fruta, en los rendimientos o en las mejoras del crecimiento vegetativo”, dijo a InterNos María Fernanda Rivadeneira, investigadora en ecofisiología de frutales del INTA Concordia.
En 2018 se realizó el ensayo en una quinta comercial de Yuquerí, donde se seleccionaron las variedades Snowchaser y Emerald, las más implantadas en la región de Salto Grande. Se marcaron cinco plantas con tres repeticiones de cada variedad y se realizaron aplicaciones foliares (en plena floración, cuaje de fruto y desarrollo de fruto) y también aplicaciones por fertirriego.
El ensayo evaluó específicamente el rendimiento del cultivo (en kilogramos por hectárea); cantidad y largo de hojas, así como también su área foliar; contenido foliar de nutrientes, firmeza por compresión, peso de fruto (en gramos) y tamaño (diámetro). También cantidad de azúcar y nivel acidez.
Entre sus conclusiones, los investigadores de INTA afirman que para este bioestimulante en particular “se encontraron diferencias en las variables de brotación, mientras que no se encontraron diferencias en los demás parámetros evaluados”.
Esto es así porque, según explican, dichos productos -a diferencia de los fertilizantes- “no aportan grandes cantidades de nutrientes que puedan modificar en el corto plazo los parámetros evaluados”.
De alguna manera, la investigación deja las puertas abiertas al estudio de nuevos productos, sobre nuevas variedades e incluso en diferentes frutas típicas de la provincia. Posiblemente el trabajo con bioinsumos sea, en los próximos años, una constante en las regionales de INTA.
“El arándano es una fruta que se exporta a mercados que cada vez demandan más procesos amigables con el medio ambiente. Y en nuestra región en particular, todo lo que es producción orgánica fue aumentando en los últimos años. No hay datos oficiales, pero se habla de un 20 o 25% de la producción de arándanos de Entre Ríos, que se destina a mercados orgánicos”, concluyó Rivadeneira.