Las deudas del periodismo, a 80 años del crimen de Julius Fucik
Desde el Día del Periodista Agropecuario (1ro. de setiembre) hacia el Día Internacional del Periodista (8 de setiembre). Interrogantes para honrar a los mártires, en dos fechas clave sobre la relación de la prensa con los alimentos, la biodiversidad y las urnas.
Julius Fucik logró contar el horror a la humanidad, horas antes de su asesinato a manos de la Gestapo que había invadido su país, Checoslovaquia. Después de sufrir una serie de torturas de los nazis que lo aplastaron fue ahorcado en Berlín un 8 de setiembre de 1943. La semana que viene se cumplirán 80 años.
Su esposa Gusta Fucikova, también víctima del régimen de Hitler, logró sobrevivir y dio con unas hojitas que Julius Fucik coló en secreto desde su prisión de Pankrac en Praga. De ahí su famosa obra póstuma: “Reportaje al pie de la horca”.
Años después, un congreso de periodistas en Rumania decidió conmemorar cada 8 de setiembre el Día Internacional del Periodista.
Alberti y Moreno
Los países celebran o conmemoran el Día del Periodista por distintos motivos en diferentes fechas. La Argentina, por caso, eligió el 7 de Junio en recuerdo del primer número del periódico “Gazeta de Buenos Ayres” publicado un 7 de junio de 1810, y cuyo editor responsable fue el sacerdote Manuel Alberti, con alta participación del secretario de la Junta, Mariano Moreno, entre otros como Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
Alberti murió de un síncope siete meses después, en enero de 1811. Y Mariano Moreno falleció en marzo en altamar.
No fueron pocos los promotores de la revolución que fallecieron en seguida. Está el caso de uno de los primeros caudillos argentinos, el entrerriano Bartolomé Zapata, que recuperó para la revolución Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay, y lo mataron de inmediato. Todo ocurrió en un mes y pico.
Volviendo a los periodistas, no hay que olvidar que la mayoría de los llamados “Mártires de Chicago” por los que conmemoramos el Día del Trabajador cada 1° de Mayo, eran periodistas. Y que también Rodolfo Walsh murió en 1977 asesinado por una dictadura.
El periodista entrerriano Ricardo Gabriel Giménez, de Gualeguay, fue ejecutado por los grupos de tarea en enero de 1976, poco antes de comenzar la dictadura. Trabajaba en “El Actual” del también entrerriano Tilo Wenner, de Galarza, y cuyo lema era “Libre por principios y por propensión, mi estado natural es la libertad”. Dos meses después desapareció Tilo.
Estamos nombrando apenas algunos casos de periodistas insignes que pagaron su prédica con la vida, apenas tres décadas después de la horca de Julius Fucik. Paradojas: conocemos la fecha de la muerte de Fucik. De sus colegas argentinos la suponemos, porque murieron en estado de “desaparición”.
Ciapuscio y Gaillard
La muerte de Fucik adquirió más resonancia cuando se conoció “Reportaje al pie de la horca”, concluida la Segunda Guerra, en 1945. Y es que el mundo entero se enteró, aterrado, de las ejecuciones del régimen nazi. El martirio de Fucik es muy cercano. Por dar un ejemplo: era más joven que el abuelo de quien esto escribe.
Muchas de las tropelías sobre el periodismo, que conocemos, ocurrieron, es cierto, en pleno siglo XX. Inclusive aquellas, de las primeras de esa centuria, cuando el periodista Antonio Ciapuscio de Villaguay intentó recuperar su periódico y el poder político mandó ejecutar al carrero que transportaba la imprenta. Ahí un claro ejemplo de un obrero mártir, Julio Modesto Gaillard, que entregó su corta vida a los 26 años de edad al servicio de la libertad de expresión.
Fue en setiembre de 1907 que Ciapuscio pudo recuperar su periódico gracias a la solidaridad de los vecinos y principalmente las vecinas de Villaguay que entendían entonces la importancia del periodismo independiente, y resistieron al despotismo no sólo con palabras, también con el bolsillo.
Es cierto que cuatrocientos años antes del cadalso para Fucik, un cronista de la época describió las atrocidades de un régimen en Abya yala (América) pero, como suele ocurrir, sus palabras fueron tomadas como exageradas. El holocausto de estos pueblos ancestrales producido por los poderes de Europa sólo fue comprendido mejor cuando las mismas crueldades se cometieron no ya contra pueblos morenos sino contra pueblos blancos. Aquel cronista se llamó Bartolomé de las Casas. Y a diferencia de otros cronistas, narró iniquidades y masacres causadas por su propio bando. Es decir: no denunció al enemigo, denunció al “amigo”.
Los relatos siguen siendo objeto de discusiones. En cualquier caso, queda claro que la denuncia de las injusticias provocadas por aquellos que dicen traer justicia siempre genera incomodidades, pobrezas, destierros, a los denunciantes. Matar al mensajero, se llama.
Se cuentan por miles y miles quienes buscan los resquicios para continuar con sus letras a pesar de las presiones, las amenazas, las censuras, las persecuciones. Los modos de acallar al periodismo son casi infinitos, constantes y creativos, sea en las dictaduras como en las pretendidas democracias.
Columnas y mampostería
Pero no se trata de clausurar sólo a quienes denuncian detalles del poder, sino también de restar espacios a quienes no encajan en el sistema dominante. De ahí que existan tantas mujeres y hombres de la comunicación y el periodismo que se dedican a otros oficios (comercio, educación, burocracia, etc), y cuya expulsión ni siquiera es considerada censura. Cuando el periodista sin espacio abandona, su caso es comparable al de una sociedad con un porcentaje de niños marginados y desnutridos que apenas son desterrados baja el índice de pobreza y desnutrición en sus estadísticas.
Así es como, en el periodismo, cada vez que se habla de un caso de censura sin dudas hay otros mil similares silenciados, en los que el obrero ni siquiera pudo continuar ejerciendo el oficio.
Nada más curioso que indagar en lo que hay detrás del periodismo. Al revés de lo que se piensa, si pudiéramos mirar a los medios como a un edificio veríamos que las columnas y las vigas son el poder corporativo, el capital financiero, el estado y otros grupos de poder, mientras que la mampostería está constituida por programas de entretenimientos, fútbol, series, telenovelas, documentales y programas llamados informativos. Los márgenes de libertad son, pues, escasos, cuando no nulos, para el periodista. Pero todos los sistemas dejan grietas para el oficio. A veces obligan al trabajo clandestino, a veces lo permiten a la luz del día, quizá porque allí el periodismo no es considerado peligroso, es decir: más o menos sintoniza con los poderes de turno o los que se alternan.
Pese a todo, existe una variedad enorme de temas y modos de encarar los temas que están a la espera de esas personas curiosas, estudiosas, dedicadas, decentes, tercas, talentosas, resueltas, capaces de prestar un servicio extraordinario al conocimiento. Y comunicadores y periodistas muy dispuestos a abordar esos asuntos, a veces con tiempo escaso, a veces con recursos insuficientes, pero con actitud. Conocemos casos de periodismo de investigación, o de denuncia, o de interpretación, o más informativo, o muy dedicado a cuestiones del mundo, o regionales, o especializado; a veces prestando servicios comunitarios en un tejido que vale oro, aunque por ahí no luzca y casi siempre se pague mal. Las luchas de poder han menospreciado el trabajo de muchos periodistas, sin dudas. El poder siempre encuentra una excusa para desacreditar al mensajero.
Periodismo y alimentos
Casualidad: si el 8 de Setiembre es el Día Internacional del Periodista; una semana antes, el 1ro. de Setiembre, celebramos en la Argentina el Día del Periodista Agropecuario, en homenaje al Semanario de Agricultura, Industria y Comercio que editó Hipólito Vieytes, el de la afamada Jabonería. El primer ejemplar salió precisamente un 1ro. de setiembre, en el año 1802, es decir, ocho años antes del periódico Gazeta que tuvo de alma mater a Alberti y a Moreno. Tras la muerte de Moreno en el mar, Vieytes lo reemplazó como secretario de la Junta.
Un dato: Vieytes y Alberti fueron unos de los pocos revolucionarios que se opusieron al fusilamiento de Liniers.
El periodismo agropecuario es un oficio bastante especializado y de creciente importancia porque pone el foco en la producción de alimentos, en la biodiversidad y en la vida y el trabajo en relación con la tierra. La artificial separación entre producción y ecología se ha ido superando en estos años y cada vez hay mayor conciencia sobre la relación de los alimentos y el agua y el suelo y el aire y la salud y el trabajo y el buen vivir, en suma.
Rumbo a las urnas
Otro dato interesante: el cura Alberti vivió tres años en Concepción del Uruguay.
Un periodista pionero en el oficio en Entre Ríos fue Cipriano de Urquiza, de enorme relevancia en la historia política del país, opacada un tanto por su hermano menor, Justo José. A través de una semblanza realizada por el periodista Marcelo Lorenzo sabemos que Cipriano sobresalió en el periodismo a través de La Gaceta Federal, primero, y de El Federal Entrerriano después. Abonando la importancia de setiembre para el oficio, este Urquiza nació un 25 de setiembre de 1789 en la estancia La Centella, cerca de Gualeguaychú.
Como queda a la vista, la mayoría de los periodistas y relatores nombrados aquí han protagonizado períodos revolucionarios, es decir: de excepción. Comunistas, federales, anarquistas, en fin.
Como se encuentran tantas interpretaciones de la revolución como intérpretes haya, apuntamos aquí que algunas de las vías revolucionarias hoy para el periodismo podrían explorarse en la serenidad para el análisis, cuando el mundo ha impuesto el apuro y la velocidad como si fueran méritos. O en la mirada amplia que permita observar al ser humano dentro de la biodiversidad, por ejemplo, en vez de la visión reduccionista que exige el sistema de ultra especializaciones y que se basa en el temible antropocentrismo.
La serenidad y la amplitud podrán sugerirnos, por caso, una revisión de conceptos como la libertad, tan ajustados a las categorías occidentales individualistas, cuando nuestros pueblos han cultivado por milenios la comunidad y la interdependencia.
También la revisión de la idea de competencia electoral, cuando nuestros pueblos cultivaron por milenios la complementariedad y la búsqueda del consenso.
Ahora bien, ¿pertenece el periodismo a los oficios que giran en torno de los poderes verticales como decíamos, las corporaciones, el capital financiero, el estado, los poderes diversos, el colonialismo impuesto incluso en las casas de educación? ¿O puede zafar de esas barreras y sintonizar con la vida comunitaria, horizontal, austera, capaz de repeler la tendencia a la fragmentación tan propia de aquellos poderes? ¿Puede el periodismo librarse de las categorías coloniales occidentales? ¿Y cómo participar del tejido comunitario, dependiendo tanto como depende del dinero de sectores de poder vertical?
Son algunos interrogantes hondos que podrían estimular reflexiones para que el Día del Periodista Agropecuario y el Día Internacional del Periodista sean honrados, en homenaje a los trabajadores llanos, en principio, y a los mártires.
Daniel Tirso Fiorotto. 1ro de setiembre de 2023.
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Exterminar a una nación
(Fragmento del “Reportaje al pie de la horca”, de Julius Fucik).
— Si mañana no eres más razonable, serás fusilado.
Ya no hay en ello nada de horrible. Cada tarde oyes abajo, en el corredor, el pase de lista: cincuenta, cien, doscientas personas encadenadas son subidas a los camiones como bestias destinadas al matadero. Las llevan a Kobylisy, donde se efectúan las ejecuciones sumarias. ¿Su culpa? El no tenerla, principalmente. Han sido detenidos, no están sometidos a ningún proceso, no son necesarios como testigos y por eso son buenos para la muerte. Un poema satírico que un camarada leyó a otros nueve fue la causa de su detención, dos meses antes del atentado. Ahora los diez son llevados a la ejecución por “aprobar el atentado”. Hace medio año fue detenida una mujer por sospechas de que distribuía manifiestos ilegales. Ella lo niega. Entonces detienen a sus hermanas y a sus hermanos, a los maridos de sus hermanas y a las esposas de sus hermanos y los ejecutan a todos porque la consigna de este estado de sitio es exterminar a familias enteras. Un cartero, detenido por error, permanece abajo, junto a la pared, esperando ser puesto en libertad. Oye su nombre y responde a la llamada. Lo alinean en la columna de los condenados a muerte, se lo llevan, lo fusilan y al día siguiente averiguan que se trataba sólo de una coincidencia de nombres y que era otro el que debía haber sido fusilado. Fusilan entonces al otro y todo queda en orden. ¿Para qué perder el tiempo en averiguar la identidad de la gente a la que se va a arrancar la vida? Además, ¿no es superfluo, cuando se trata de exterminar a una nación entera?