Demanda china de soja para cerdos sostiene precios y alienta el cultivo

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El apetito chino por la soja producida en América del Sur, principalmente en Brasil, sostiene los precios de la oleaginosa y alienta este cultivo en la región, en medio de polémicas ambientales.

Las cifras de este negocio hablan por sí solas.

En Brasil, el mayor productor de soja del mundo, el cultivo ocupó 37 millones de hectáreas el año pasado, un 3,5% más que en 2019, y alcanzó 121,5 millones de toneladas, un crecimiento del 7,1%.

China compró soja brasileña por 20.900 millones de dólares, un 31% del total de las exportaciones de Brasil al gigante asiático.

La Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) prevé un incremento del 3,3% del área de soja sembrada en 2021 y un aumento de producción a 134,5 millones de toneladas.

En Argentina, luego de una campaña 2019-2020 marcada por la sequía, el sector espera 100.000 hectáreas más de siembra para 2020-2021, hasta los 17,2 millones de hectáreas, un avance impulsado por precios en alza. China compró en 2019 el 88% de la producción argentina de soja en grano.

Ese año, la soja en grano o procesada, representó 16.943 millones de dólares en ventas argentinas al exterior, un 26% del total y en aumento de 12,5% respecto a 2018.

En Paraguay, sexto mayor productor de soja del mundo luego de Brasil, Estados Unidos, Argentina, China e India, entre 2019 y 2020, la superficie sembrada de este cultivo aumentó en casi 100.000 hectáreas, hasta los 3,6 millones.

Y en 2020 el país alcanzó una cosecha histórica, según la Cámara Paraguaya de Cereales y Oleaginosas (Capeco).

Según el último reporte del Departamento estadounidense de Agricultura divulgado en enero, los precios de la soja estadounidense –que sirven de referencia al mercado- subieron un 50% desde mediados de agosto “por la sólida demanda de China” para alimentar cerdos y dos cosechas consecutivas en Estados Unidos con volúmenes por debajo de lo previsto.

Se suman condiciones meteorológicas adversas recientemente en América del Sur que “han sostenido precios más altos”, añade el informe.

China, motor del consumo de soja

En 2020, China se llevó el 73% de la soja que vendió Brasil.

“La pandemia no alteró la demanda de China, que dio más importancia (a reforzar) su seguridad alimentaria y sus reservas”, explicó a inicios de enero el analista Luiz Fernando Gutierrez, de Safras e Mercado.

La demanda china de soja brasileña “está garantizada a largo plazo”, sostuvo el economista Gustavo Arruda, de BNP Paribas en Sao Paulo. El país asiático -después de la peste porcina- “está reconstruyendo su producción de porcinos de forma organizada e industrial” y “necesitará más granos” de soja.

La demanda fue tal que movió al alza los precios en Brasil, que tuvo incluso que importar soja desde Paraguay y Uruguay.

En Argentina, según datos sectoriales, la demanda por soja en grano se ha mantenido con tendencia a crecer.

El ingeniero Agrónomo Fernando Botta, corredor en la bolsa de Rosario, destacó en diálogo con la AFP la “gran noticia” que significa para Argentina –necesitado de divisas- la suba de los precios de los granos en general.

Pero Botta no considera que Argentina esté en la antesala de un nuevo ‘boom sojero’, porque el producto, entre otras cosas por razones tributarias, es menos competitivo que el de otros países.

En cambio, “es probable que en el mercado internacional esta suba no sea solo coyuntural, sino un cambio en el ciclo de precios internacionales que podría mantenerse durante varios años, porque China volvió al mercado de granos americano muy fuertemente y en agosto-septiembre compró lo que no había comprado en los anteriores nueve meses”, explicó.

La problemática ambiental

La producción de soja está rodeada de polémica por la deforestación que avanza para ganar tierras productivas y el uso intensivo de agrotóxicos que implica este cultivo genéticamente modificado.

Recientemente, el presidente francés, Emmanuel Macron, recomendó aumentar la producción de soja en el Viejo Continente para ser “coherentes con las ambiciones ecológicas” de la Unión Europea (UE).

“Cuando importamos soja hecha a marchas forzadas en la selva devastada de Brasil no somos coherentes con nosotros mismos”, denunció en un video que acompañaba un mensaje de Twitter.

El presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, le acusó de decir “tonterías”, y su vicepresidente, Hamilton Mourao, dijo que el mandatario europeo replica “los intereses proteccionistas de los agricultores franceses”.

La deforestación en la Amazonía no deja de batir récords desde la llegada al poder de Bolsonaro hace dos años, y es uno de los principales obstáculos para la ratificación del acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur.

A este fenómeno se suma el uso de químicos asociado a la soja transgénica, que multiplica las denuncias de colectivos ambientalistas y médicos sobre el impacto de estos productos en la salud de la población.

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