El Instituto Nacional de Vitivinicultura habilitó a enólogos formados en Entre Ríos

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El INV validó con una Resolución publicada este martes en el Boletín Oficial el título de Enólogo que otorga la Escuela Normal Superior “Dr. Luis César Ingold” de Villa Elisa.

El Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) validó los títulos a los enólogos egresados de la Escuela Normal Superior “Dr. Luis César Ingold” de Villa Elisa, Provincia de Entre Ríos, dependiente de la Dirección de Educación Superior del Consejo General de Educación de Entre Ríos como “Técnico Superior en Enología y Fruticultura”.

Así lo publicó el Boletín Oficial, al publicar la Resolución 3/2023 del INV.

Desde el 16 de abril de 1993 el INV reconoce que los Ingenieros Agrónomos con título otorgado por la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO y los títulos de Enólogos y/o Licenciados en Enología que hayan sido otorgados por establecimientos oficiales o privados, autorizados por el gobierno nacional, son los habilitados para asumir el control y la responsabilidad directa y efectiva de los productos que se elaboren y fraccionan en los establecimientos inscriptos ante el INV.

Entre Ríos tiene una historia vitivinícola de relevancia. La prohibición de cultivo de uva para vinificar se mantuvo para esa provincia hasta 1993, cuando por iniciativa del senador Augusto Alasino, se aprobó la ley 24.037 que estableció la liberación territorial para la plantación de viñedos. De ahí en adelante, fue posible producir y comercializar vino en toda la Argentina.

Actualmente, la provincia cuenta con tres bodegas industriales: Vulliez Sermet, BordeRío y Los Aromitos.

El Instituto de Vitivinicultura validó los títulos a enólogos de la Escuela Normal “Dr. Luis César Ingold” de Villa Elisa.

“Además, hay cuarenta viñedos registrados como tales -diez tienen autorización para elaborar vino casero- pero se cree que hay muchos más, casi unos cien”, según aseguró la historiadora Susana de Domínguez Soler, autora del libro “Historia del vino en Entre Ríos”.

La historia del vino en Entre Ríos

Aunque resulta desconocido en la actualidad, hacia 1928, Entre Ríos era la cuarta región vitivinícola del país: 115 bodegas, 2.500 hectáreas de viñas y una cultura profundamente arraigada en el hacer del vino. Para entonces, Concordia, Federación y Colonia San José era los bastiones de esta actividad, aunque también había bodegas en Concepción del Uruguay y Paraná.

Según un artículo histórico del Diario Victoria, la tradición del vino llegó de la mano de los colonos: “Eran suizos del cantón de Valais, franceses de la Alta Saboya e italianos del Piamonte, quienes vinieron a poblar Entre Ríos hacia finales de 1850 y trajeron en su acervo las diferentes modalidades en esto de elaborar el vino propio”, según contó Juliana Vulliez Sermet, dueña de la bodega que lleva el apellido familiar.

Agregó que “por esos años -según asegura la historiadora Susana de Domínguez Soler- el general Justo José de Urquiza tenía en el Palacio San José unas veinte cepas a modo de experimentación. Fue él quien cedió a esos primeros colonos, los sarmientos de Filadelfia, una variedad francesa aclimatada en EEUU, que funcionó muy bien en estas tierras. Luego se sumaron otras cepas que los inmigrantes trajeron de su Europa natal, entre ellas Lorda, rebautizada en el Río de la Plata como Tannat”.

Evaluó: “Fue una historia feliz, rica en emprendimientos, hasta la llegada de la gran crisis a mediados de la década del ’30. Para entonces, el consumo de vino había descendido brutalmente con la consecuente baja de los precios, pero con una producción que se mantenía más o menos constante”.

“Hay que aclarar que el problema del vino venía desde antes”, dijo Domínguez Soler.

“Las provincias cuyanas que habían recibido grandes incentivos para el cultivo de vid presentaban un excedente en las cosechas, que ya se registra en los primeros años del siglo XX. El Estado compraba este excedente, ya que no había suficientes bodegas en esa zona para procesar el total de la uva obtenida”, agregó.

Además, agregó sobre Mendoza y San Juan que “las provincias cordilleranas, que en esa época tenían una economía de monocultivo, presionaban desde tiempo atrás a fin de restringir a sus territorios la plantación de uva para vinificación. La crisis fue la gota que colmó el vaso. La ley 12.137, sancionada en 1935, que promovió la creación de la Junta Reguladora del Vino, fue la solución que el gobierno de Agustín P. Justo encontró a esta delicada problemática”.

Básicamente, la norma apuntaba a la drástica reducción de la producción ¬-no se mencionan los métodos-, objetivo que consiguió con creces. En 1936 la elaboración de vino se había reducido en 600 millones de litros.Tanta eficiencia no fue gratuita y los entrerrianos recuerdan con mucho dolor aquellos días.

“Fue muy drástico, una bofetada al productor, muy triste”, señala la historiadora Celia Vernaz.

“Llegaban los empleados municipales -agrega- a romper alambiques y toneles para que no se produjera más, derramaban el vino, el trabajo se perdía, tiraban la producción, fue vergonzoso”, puntualizó.

“Esta decisión de política económica benefició abiertamente a Cuyo, ya que las autoridades consideraron que Entre Ríos tenía otras fuentes de producción. Así, dicha norma puso fin a la vitivinicultura en Entre Ríos: todas las grandes bodegas cerraron y la actividad quedó circunscripta a la elaboración de vino para consumo familiar”, concluyó.

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