Arandaneros de Concordia trabajan con abejas “entrenadas” con tecnología del Conicet
La firma Beeflow, compañía fundada por Matías Viel, apunta a mejorar la biología de las abejas y generar una polinización dirigida. “En Argentina hay un potencial enorme en biotecnología”, dijo. En Concordia ya ha trabajado con las empresas arandaneras Agroberries y Blueberries, logrando un aumento de la producción del 22%, según destacó Viel.
Las abejas son responsables de polinizar cerca del 90% de las plantas silvestres y de hacer lo propio con el 75% de los cultivos del mundo. Al transportar el polen de una flor a otra, posibilitan la producción de frutas, frutos secos y semillas. Además, junto a otros polinizadores, son responsables del 35 % de la producción agrícola mundial como también de diversos medicamentos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Lo anterior se potencia si se trata de abejas “entrenadas”.
Pensar en el rol de estos antófilos es poner el foco en la tarea silenciosa y a gran escala que realizan para que la población humana pueda alimentarse. Se estima que hay 20.000 especies de abejas y no solo el ser humano sino el sostenimiento del ecosistema planetario depende de ellas.
Sin embargo, la amenaza de extinción que sobrevuela sobre una buena parte de ellas debido a la producción industrial no sustentable y su impacto sobre el cambio climático preocupa a una parte de la sociedad civil y a numerosos científicos. Es el caso de Matías Viel, quien en 2016 fundó Beeflow, una empresa que se dedica a mejorar la biología de las abejas y al mismo tiempo “entrenarlas” para mejorar la polinización.
“Beeflow empieza en 2016 a partir de mi vinculación con Grid Exponential, una “company builder” que junta a científicos con emprendedores de negocios para crear empresas con base científica, basadas en la biotecnología. Allí conocí a Matías Peire, el CEO, y él me introdujo en el mundo de la biotecnología”, contó Viel en diálogo con Ámbito.
En aquel entonces, tomó contacto con científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y notó que había una oportunidad para innovar en temas relacionados a la polinización de cultivos y la biología de las abejas. “Había tecnologías que eran patentes del Conicet que nadie estaba licenciando. Se necesitaba tomar el rol y la responsabilidad para llevarlas al mundo y transformarlas en producto. Muchas eran tecnologías del país que requerían de un proceso de desarrollo de un producto para ser comercializadas”, explicó.
Así fue que comenzó el camino de una empresa que actualmente es pionera en el rubro a nivel mundial. “El servicio que brindamos a empresas agrícolas de frutas y verduras consiste en diseñar y ejecutar programas de polinización que apuntan a aumentar el rendimiento de los cultivos. Este incremento se da a partir de detectar que hay algunas deficiencias en la polinización, la cual es básicamente la interacción entre las abejas y las plantas”, contó el CEO de la compañía que actualmente participa de la cuarta edición del programa Scaleup de Endeavor, que busca apoyar a las firmas con alto potencial para ayudarlas a superar sus desafíos.
Tecnología al servicio del ecosistema
De no ser por las abejas y otros polinizadores como distintas aves, murciélagos y mariposas no existirían los arándanos, las manzanas, las peras, las ciruelas, los duraznos, los kiwis, el café o el cacao, por nombrar algunos frutos que habitualmente consumimos. “Cumplen un rol central pero en la agricultura no se han valorizado como se merecen en términos del rol y la contribución que generan a la agricultura en el mundo. Hoy las abejas contribuyen en más de u$s500.000 millones en valor económico a partir de la polinización”, graficó el CEO de Beeflow. Para comprenderlo en profundidad hay que entrar en detalle.
Actualmente, el portfolio de la empresa cuenta con dos tecnologías creadas por científicos del organismo estatal argentino y licenciadas en forma exclusiva. “Las dos tecnologías que utilizamos surgen del conocimiento argentino”, resalta en cada oportunidad Viel. La primera apunta a fortalecer a las abejas y la segunda a “entrenar” a la abeja a partir de una polinización dirigida.
En el primer caso, la licencia fue desarrollada por Conicet en conjunto con la Universidad de Mar del Plata y Viel explicó que lo que se logra con ella “es beneficiar su sistema inmunológico a partir de una alimentación de una molécula de origen vegetal que les permite estar más fuertes para que puedan polinizar mejor los cultivos a bajas temperaturas”.
Un ejemplo de su aplicación es el caso de los arándanos en Tucumán que florecen en agosto cuando hace frío. Por la mañana, las bajas temperaturas inciden negativamente en la polinización y lo mismo pasa con las almendras en Mendoza. Con esta tecnología lograron mejorar los rendimientos de ambos cultivos en un 90% y al mismo tiempo redujeron la tasa de mortalidad de las abejas.
La segunda tecnología es también desarrollo del Conicet en conjunto con la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y tiene que ver con resolver otro desafío: si las abejas tienen otro cultivo más atractivo alrededor del campo que tienen que polinizar, se distraen y se van a otras flores. Así lo explicó Viel: “Vamos a imaginar que estamos en un campo de arándanos y al lado hay un monte de eucaliptos. Si las abejas se van a los eucaliptos, que tienen más néctar y ofrecen más recursos a las abejas que los arándanos, va a ser un problema para el productor agrícola porque va a tener colmenas que se van a ir hacia otro lugar”.
Para resolver esta situación se asociaron con el doctor Walter Farina, un investigador del mencionado organismo estatal que hace 20 años se dedica a investigar cómo funciona el cerebro y la memoria de las abejas. “Junto a él, construimos una empresa que se llama ToBee, cuyo dueño es Beeflow, y la cual apunta a desarrollar nuevas tecnologías cuyo objetivo es generar una polinización dirigida, con el objetivo de condicionar la memoria de las abejas para que tengan más atracción por cultivos específicos”, dijo.
El objetivo es lograr un reflejo condicionado similar al ejemplo del perro del ruso Iván Pavlov en el cual suena la campana y el animal es alimentado, luego suena otra vez y vuelve a ser alimentado, pero a la tercera vez el perro empieza a salivar a sabiendas que será alimentado sin ver el propio alimento.
“Las abejas, como seres inteligentes, se comunican principalmente a través de las fragancias que tienen las flores. Lo que hacemos es copiar las fragancias de las flores. Con Farina estudiamos las fragancias y desarrollamos una tecnología específica para cada cultivo que permite aumentar la atracción entre las abejas y las flores. Entonces alimentamos a las abejas con esas moléculas que tienen un olor específico, por ejemplo a las flores de kiwi y de esa manera las abejas tienen más atracción por el kiwi porque recuerdan que detrás de ese alimento hay una fragancia, y cuando salen de la colmena recuerdan que si perseguían donde estaba esa fragancia tenían una recompensa de alimento”, explicó Viel.
Llegada a EEUU
La compañía en la actualidad trabaja con un buen número de empresas agropecuarias argentinas. “Estamos trabajando con los principales productores de arandanos en Tucumán y Concordia, de almendras en Mendoza, de cerezas en Río Negro y Neuquén, de Kiwi en Mar del Plata. También lo hacemos con empresas productoras de semillas de girasol”, manifestó el emprendedor. Pero desde 2017 también tocaron suelo estadounidense.
El salto se dio a partir de lograr una inversión de u$s3 millones que les permitió abrir una oficina en Los Ángeles. “No teníamos ningún equipo en aquel momento en EEUU. El crecimiento fue muy grande, hoy somos 12 personas allá”, remarcó.
Al día de hoy Viel lleva tres años viviendo en California. “Llegamos acá para capturar una oportunidad muy grande que veíamos en el mercado de EEUU ya que no había una empresa como la nuestra”, contó y agregó: “En EEUU encontramos una gran receptividad por innovaciones como las nuestras”.
Si bien resaltó en todo momento que “en Argentina hay un potencial enorme en biotecnología” también explicó que en EEUU la coyuntura no juega una mala pasada “como ocurre muchas veces en nuestro país” y los productores están en busca constante de innovación y sobre todo soluciones que los ayuden a producir más alimentos con menos impacto en el medio ambiente.
“Lo que hacemos es exportar conocimiento científico de Argentina a EEUU”, dijo Viel y si bien remarcó que fue un desafío por las barreras culturales y “el hecho de no ser locales” también dejó en claro que valió la pena: “No fue fácil pero nos está yendo muy bien. Estamos trabajando con algunas empresas importantes como Driscoll’s, la empresa más grande del mundo en producción de frutillas, frambuesas, arándanos, y otras como Woolf Farming, una de las más grandes productoras de almendra del mundo”.
Nuevas inversiones
Recientemente la empresa logró captar una inversión de u$s 8.3 millones. La misma estuvo liderada por Ospraie Ag Science y acompañada por Steve Jurvetson de Future Ventures (director de Tesla y SpaceX), Jeff Wilke (exCEO, Worldwide Consumer de Amazon), Vectr Ventures, SOSV y Grid Exponential.
“Con esta nueva ronda Serie A que acabamos de cerrar vamos a crecer a más de 35 personas en los próximos 2 años. Vamos a triplicar el equipo. Hoy tenemos bastante demanda y necesitamos aumentar el equipo para capturar oportunidades, escalar la compañía, lanzarnos en nuevos mercados y seguir creciendo en EEUU hacia la costa este”, dijo y adelantó también que en el transcurso del 2021 “nos estaremos expandiendo a México y Perú”.
Además, contrario a lo que ocurre con muchas empresas que en sus comienzos crecen a pérdida, resaltó que “estamos generando ingresos” y gran parte de ellos va hacia inversión en investigación y desarrollo.
“Es una oportunidad y una responsabilidad enorme la que tenemos y la que se nos está dando con este grupo de inversiones tan diverso” dijo y agregó: “Es un orgullo que confíen en nosotros, en el conocimiento argentino y en el equipo que tenemos también en EEUU. Hemos avanzado mucho en todo sentido”.
Sustentabilidad
Un punto importante a la hora de hablar de inversiones y desarrollo en la época actual tiene que ver con el aporte hacia una economía sustentable. Más aún si hablamos del sector agroindustrial. Para Viel uno de los puntales de la empresa es justamente contribuir a mejorar el medio ambiente.
“Nosotros estamos ayudando por un lado a los productores agrícolas a producir más alimentos con menos impacto en el medio ambiente. El problema de la mortandad de las abejas en el mundo hay que abordarlo de una manera más integral, sin soluciones mágicas”, explicó.
La tecnología usada por la empresa para alimentar a las abejas con moléculas trabaja en ese sentido ya que, tal como señaló Viel, ha logrado “reducir el 70% la mortandad de las colmenas”. Eso también genera un impacto muy importante sobre el ambiente.
Por otro lado no esquivó la cuestión de los pesticidas que afectan no solo al ser humano sino también al ecosistema. “Trabajamos concientizando a los productores agrícolas sobre el impacto de los agroquímicos en la salud de las abejas”, dijo.
Uno de los efectos de la agricultura no sustentable es el vinculado a la destrucción de hábitats naturales para la implantación de monocultivos. Millones de hectáreas han sido removidas para tal fin y como consecuencia se destruyó buena parte de la biodiversidad de la tierra. “Gan parte de la población de los insectos del mundo se han perdido, muchos han entrado en extinción, entre ellos muchas abejas. El trabajo que estamos haciendo apunta a revalorizar el rol que cumplen las abejas y la contribución que generan en el rendimiento de los cultivos y en el impacto en el ecosistema”, añadió.
El objetivo de la empresa es ponerse al servicio del medioambiente pero contribuyendo a la mejora de la productividad de los trabajadores agrícolas. “Queremos que los productores adopten prácticas más “bee-friendly”, que nos permitan llevar a la agricultura más agroecológica, sustentable y regenerativa. Creemos que las abejas van a cumplir un rol muy importante en esa transición”, concluyó.
La experiencia en Concordia
“Empezamos en 2016 haciendo ensayos en plantaciones de kiwi en Mar del Plata, que es donde más está creciendo está producción en Argentina. Hicimos un ensayo comparando nuestro manejo de polinización con nuestro conocimiento científico sobre las abejas contra la polinización artificial, que la hacían porque pensaban que las abejas no funcionaban porque no les gustaban las flores del kiwi. Hicimos que a las abejas les gusten esas flores y aumentamos un 90 % la producción. Fue nuestro primer hito”, contó el fundador.
“En 2017 trabajamos en arándanos en Concordia y Tucumán, las principales zonas productoras del país. Nadie nos creía al principio. Convencimos a algunos productores de la importancia de medir la polinización. Trabajamos con dos empresas que son muy importantes en Argentina: Agroberries y Blueberries y aumentamos un 22 % la producción de arándanos. También aumentamos un 12 % el fruitset, que es el porcentaje de flores produciendo frutos y un 10 % el tamaño promedio de esos arándanos, por ende el valor comercial aumentó mucho”, relató a InfoAgro.
“También fuimos a Mendoza y aumentamos un 38 % la producción de almendras haciendo un ensayo con una empresa bastante importante. Hace poco cosechamos frambuesas con Driscolls donde con un ensayo nos dio un 60 % más de producción, que tiene un valor comercial de casi 150 mil dólares por hectárea. Nadie creía que podíamos hacer algo así, nosotros tampoco. Ahora estamos explorando Río Negro con una producción de cerezas, vemos que hay una oportunidad grande”, concluyó.