Alicia Reynoso, la primer veterana en tener el DNI con la leyenda “Heroína de Guerra de Malvinas”

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Tras ser reconocida plenamente como Veterana de Guerra de Malvinas en 2021, la enfermera entrerriana de la Fuerza Aérea recibió este miércoles su documento con la leyenda «Ex combatiente, Heroína de la Guerra de las Islas Malvinas». «Hoy vuelvo a nacer como veterana», dijo.

Tras casi 40 años de lucha, la enfermera de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) Alicia Mabel Reynoso, nacida en Estación Carbó (Departamento Guayleguaycú) y que actualmente vive en Paraná, fue reconocida como Veterana de Guerra de Malvinas (VGM) por su labor durante el Conflicto del Atlántico Sur. Y eso no fue todo: este miércoles – en vísperas del Día Internacional de la Enfermería- se convirtió en la primera mujer en recibir el DNI con la leyenda “Ex combatiente, Heroína de la Guerra de las Islas Malvinas”.

“Todavía no caigo, es muy fuerte todo esto, pero lo celebro con todos los que vieron y escucharon mi historia y, por sobre todas las cosas, me ayudaron a pedir justicia”, dijo Reynoso luego de recibir el flamante Documento Nacional de Identidad a 40 años de la contienda con el Reino Unido.

Alicia Reynoso, la primer veterana en tener el DNI con la leyenda “Heroína de Guerra de Malvinas”. Parte I.
Alicia Reynoso, la primer veterana en tener el DNI con la leyenda “Heroína de Guerra de Malvinas”. Parte II.
Alicia Reynoso, la primer veterana en tener el DNI con la leyenda “Heroína de Guerra de Malvinas”. Parte III.

Al respecto, la VGM contó que “en este día que he recibido mi DNI con la leyenda de excombatiente, Heroína de Malvinas, siento que todo este tiempo, que fui NN entre mis pares y entre todos, a pesar de que yo tenía mi DNI y mi nombre, en esta historia he nacido”.

“Nací el 9 de julio de 1955 y vuelvo a nacer hoy como veterana, heroína de Malvinas, el 11 de mayo de 2022. Para nada me siento una heroína, sí una patriota y una luchadora por sus derechos”, agrega.

alt="La heroína de Malvinas, Alicia Reynoso - en el centro-, junto a otra de las enfermeras movilizadas, Gissela Bassler, en el hospital modular de la Fuerza Aérea en Comodoro Rivadavia"
La heroína de Malvinas, entonces cabo principal Alicia Reynoso, junto a otra de las enfermeras movilizadas, la cabo principal Gisela Irene Bassler -actualmente residente en Ulm (Alemania), en el hospital modular de la Fuerza Aérea en Comodoro Rivadavia.

En 1982, Reynoso y otras 13 camaradas suyas estuvieron apostadas en el Hospital Reubicable de la FAA en Comodoro Rivadavia. Allí atendieron a los heridos que eran evacuados de las Islas y de otros puntos del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS). Durante años, las enfermeras lucharon por ser reconocidas plenamente como veteranas de guerra.

Este nuevo reconocimiento no llegó en un momento cualquiera, sino en vísperas del Día Mundial de la Enfermería, que se conmemora un día como hoy, cada 12 de mayo. Tampoco es casual el desenlace: tras un extenso juicio al Estado, Reynoso fue reconocida por la Justicia plenamente como Veterana de Guerra de Malvinas el 7 de mayo de 2021, hace poco más de un año.

La historia de Reynoso y de Ana Masitto y Stella Morales, dos de sus camaradas, fue retratada en el documental “Nosotras También Estuvimos” del director Federico Strifezzo, que se estrenó en 2021.

Desde 2014 los veteranos de la Guerra de las Islas Malvinas tienen en sus documentos de identidad una leyenda en la parte superior del frente que los identifica como tal, reconocimiento que también queda plasmado en las licencias de conducir.

Alicia Reynoso trabaja actualmente en el Centro de Saludo de Aldea Grapschental.

“Tuve que hacerle juicio al Estado, once años porque por una u otra cosa siempre pasaba o faltaba algo”, dijo Reynoso, quien el 7 de mayo del 2021 recibió la sentencia de la Cámara Federal de Seguridad Social que confirmó su derecho de “percibir los beneficios para los excombatientes del conflicto del Atlántico Sur”.

“Con el reconocimiento de la justicia estuve nueve meses para que me den el certificado de excombatiente que, entre otras cosas, me permite sacar el DNI y después de tres veces presentar el trámite del documento. Pero la tercera es la vencida”, aseguró la enfermera, que participó de las campañas de vacunación en Entre Ríos, durante la pandemia.

“Costó, pero llegó y me llena de orgullo”, apuntó Reynoso, y explicó que tuvo “que hacer tres veces el trámite del documento porque siempre lo mandaban mal, aún adjuntando todos los papeles correspondientes lo mandaban sin la leyenda y no es un capricho, es la ley”.

“No me siento una heroína, para nada, pero es un orgullo enorme que mi documento de identidad lo diga. Estoy muy muy feliz”, sostuvo Reynoso y destacó la ayuda y el trabajo de la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta

La leyenda en el DNI de la enfermera

alt="El DNI con la leyenda: Ex combatiente, heroína de la guerra de las Islas Malvinas"
El DNI con la leyenda: “Ex combatiente, heroína de la guerra de las Islas Malvinas”

Asimismo, la mujer destacó el hecho que su DNI tenga la leyenda que la reconoce como excombatiente y como “heroína, en femenino, como corresponde”, en este sentido, recordó que Stella Morales, compañera de aquel equipo de enfermeras de la Fuerza Aérea también tiene su documento, “pero dice héroe”.

Morales explicó que tuvo “que hacer el documento dos veces porque la primera vez lo hicieron sin la leyenda” y que en marzo de este año recibió el segundo con la leyenda “ex combatiente, héroe de la guerra de las Islas Malvinas”.

“Voy a iniciar un nuevo trámite para que me lo cambien a heroína, que es lo que corresponde”, sentenció la mujer y celebró el reconocimiento a su compañera”.

De la prueba piloto al reconocimiento

Una vez finalizado el secundario, Alicia se trasladó a Santa Fe para cursar en la Escuela Superior de Enfermería (ESE) y luego a Buenos Aires, en búsqueda de oportunidades laborales.

“En 1979 vi la propaganda en televisión que convocaba a mujeres en la Fuerza Aérea y me quedé ahí hasta el año pasado”, explicó la enfermera. La iniciativa consistió en la incorporación de personal femenino como militares subalternas del Cuerpo de Apoyo Operativo y Técnico, Escalafón General, Especialidad Policía Aeronáutica y en el Cuerpo de Apoyo Logístico, Escalafón Sanidad y Especialidad Enfermero. El proceso de admisión constó de seis meses en los que Alicia y las demás postulantes fueron evaluadas en diferentes campos y sólo quedaron seleccionadas 21 profesionales. “El examen fue bastante exigente”, recordó Reynoso, “se evaluaba cultura general, estado físico y el ejercicio de nuestra profesión, además de otros requisitos de altura y peso”.

En 1980 Reynoso tenía apenas 22 años y ya era enfermera profesional. En enero ingresó a la Fuerza Aérea Argentina (FAA) junto a otras 13 colegas, en el marco de una prueba piloto para evaluar el desempeño de las mujeres en las FFAA, un ámbito históricamente vedado para ellas.

Alicia, cuarta desde la izquierda, llega a Comodoro Rivadavia integrando el primer contingente de cinco enfermeras.

“Abrir caminos no es fácil para nadie, sobre todo en un ambiente pensado por y para los hombres. Nos costó muchísimo; no existían las oficinas de género adonde pedir auxilio. Fue todo a pulmón. En ese momento me resultó una salida laboral; no sabía que tenía la vocación de servicio. Me fui forjando, tenía 22 años cuando entré. Ya éramos enfermeras todas”, relató en una entrevista.

Ni Alicia ni sus compañeras sospechaban que su generación estaba destinada a pasar a la historia. Apenas dos años después de su ingreso a la fuerza, la Argentina recuperó el control territorial de las Islas Malvinas, dando inicio a la contienda bélica contra Gran Bretaña.

Entonces, las enfermeras se movilizaron desde el Hospital Aeronáutico Central, en Pompeya, a la localidad chubutense de Comodoro Rivadavia, en cuyo aeropuerto se instaló el hospital reubicable de la FAA. En un principio, sería trasladado a las Islas, pero el suelo fangoso e inconveniente de Malvinas hizo imposible montar la estructura.

 “Nos sorprendió como a todos”, contó Reynoso. “Sentía orgullo como argentina, como enfermera y como entrerriana de poder defender la patria”, recordó. Las primeras cinco mujeres, a las que luego se sumaron las nueve restantes, partieron de Buenos Aires sin saber exactamente a dónde llegarían. “Salimos con la idea de ir a Malvinas, pero en el 82, cuando llegamos a Comodoro Rivadavia nos dijeron que el Hospital se quedaba ahí, donde íbamos a tener que atender a los heridos que llegaran”, relató.

Hasta allí comenzaron a llegar los soldados heridos en batalla, cuyo relato le sirvió a las jóvenes para saber lo que ocurría en el frente. Las evacuaciones hacia el continente se hacían en la madrugada, cuando las naves argentinas podían entrar y salir del teatro de operaciones sin ser detectadas por los británicos.

“Nuestra labor fue contener y cuidar a los soldados. Sabíamos lo que teníamos que hacer, pero tuvimos que improvisar lo de cuidar el alma. Los combatientes que llegaban al hospital no lo hacían gritando de dolor, sino pidiendo por sus madres. Eso fue algo que terminé entender mucho tiempo después, cuando fui madre yo”, dice Reynoso.

Por las camas de ese nosocomio pasaron soldados profesionales, colimbas inexpertos, y hasta un prisionero inglés.

Reynoso, ayudando a montar el hospital modular en Comodoro Rivadavia.

En aquel infierno de gritos, alarmas e insomnio, las enfermeras forjaron un sentido de hermandad que se mantendría en pie incluso después de la guerra, cuando empezaría una nueva pelea que las tendría como abanderadas: la lucha por la igualdad y el reconocimiento.

Con la derrota consumada y las armas en silencio, las mujeres se dispersaron. Reynoso fue destinada a la Escuela de Aviación, donde comenzó una nueva etapa marcada por la oscuridad y el intento por acallarla. “’Usted no vio nada, olvídelo todo’, nos decían. Querían que nos olvidemos y casi lo logran. Cada una se metió en su caparazón y siguió trabajando. La verdad es que cada 2 de abril, cuando veía los actos y no estábamos, sentía mucha angustia y bronca”, relata.

En Córdoba, estudió en el Escuadrón de Cursos Especiales que funcionaba en la Escuela de Aviación. Obtuvo el grado de alférez.

Desde entonces su dolor tomó un camino alternativo al del silencio: “Después de eso fui designada al Edificio Cóndor, en Buenos Aires. Ahí empecé a hacer psicoanálisis, que fue donde pude empezar a hablar y contar. No lo hacía como ahora, sino que lloraba, lloraba y lloraba, hasta que fui sanando desde adentro hacia afuera. Esto no lo vamos a superar nunca, es nuestra mochila, simplemente se aliviana cada vez que se cuenta”.

En 1986 se casó, pero como lo hizo con un subalterno, debió renunciar a su grado. La reincorporarían como personal civil. Actualmente está separada, tiene dos hijas y dos nietos.

alt="La heroína también participó de dos misiones en Haití con los Cascos Azules argentinos de las Naciones Unidas"
La heroína también participó de dos misiones en Haití con los Cascos Azules argentinos de las Naciones Unidas.

En 2004 y 2007 participó de dos misiones de los Cascos Azules en Haití, en el mismo hospital de campaña que se había armado durante la guerra de Malvinas, el que a lo largo de los años participaría en diversas misiones internacionales de paz.

A la histórica lucha de los veteranos por ser reconocidos, Reynoso y sus camaradas debieron sumarle una cuota más de dificultad: no fue gratis ser mujeres en un ámbito estrictamente masculino. En 2013, Alicia tomó la iniciativa y comenzó a contactar a sus antiguas compañeras, una experiencia que se plasmó en “Nosotras también estuvimos”, página de Facebook que recoge sus vivencias y que tendría su correlato en un documental homónimo.

“Le pedí a una sobrina mía que me ayude a subir unas fotos porque las quería compartir, y así nació la página. Apenas empecé, menos linda, me dijeron de todo. Estábamos descubriendo algo que se había ocultado tan bien durante 30 años. Nos quisieron borrar de la historia y casi lo logran. Siempre se habla de la primera piloto, de la primera mecánica, etc. ¿Y las enfermeras?”, se pregunta.

En este sentido, dice: “Por eso yo insisto con las enfermeras. No me interesa el reconocimiento de la fuerza; me interesa, por ejemplo, que mi libro ‘Crónicas de un olvido’ fue destacado por el Consejo de Educación como material de consulta en la currícula educativa. Eso es lo importante. La medallita y eso se los regalo a ellos”.

De hecho, el destrato del que fueron víctimas se plasmó en un video viral de 2019, cuando intentaron negarles marchar en el desfile por el 9 de Julio, incluso rechazando los documentos con los que el Senado las distinguió como veteranas de guerra. Finalmente, lograron hacerse un lugar en el evento y fueron recibidas con aplausos y ovaciones por el público.

Fuente: Ámbito, Infobae, El Canciller y La Voz.

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