Malestar de aduaneros con el ejército uruguayo por el control en la frontera de Salto-Concordia
La disputa se da por la colocación un puesto de control del ejército uruguayo en el paso de frontera de la represa de Salto Grande.
En las últimas horas se generó malestar entre los aduaneros y el ejército uruguayo por el control militar de la frontera del vecino país, en el marco de la ley de patrullaje fronterizo.
La disputa se da por la colocación un puesto de control en el paso de la represa de Salto Grande, que une a las dos ciudades más pobladas del litoral uruguayo y argentino, Salto y Concordia, respectivamente.
Según explicó a El País el comandante del Batallón 7 Ituzaingó de Salto, el teniente coronel Juan Moreni, el puesto que tienen en ese lugar tiene la finalidad de controlar a los vehículos que ingresan al país por el paso de frontera; especificó que se trata de un operativo aleatorio en el marco del cumplimiento de la ley de patrullaje fronterizo.
“Lo que hacemos allí es solicitar la documentación de las personas y de los vehículos, y en el caso de llegar a comprobar que se registre alguna situación irregular, la ley establece que se le debe comunicar a la Fiscalía y también a las autoridades de las instituciones públicas ya sea Aduana o la Policía”, explicó el jerarca castrense.
La molestia entre los funcionarios de la Aduana no se hizo esperar. En su sitio web, la Asociación de Funcionarios de Aduanas del Uruguay (AFA) expresó su malestar al señalar que el puesto de control que existe en el lugar por parte de los militares contraviene las normas establecidas.
Señalan que ley está pensada para que las fuerzas armadas brinden apoyo a los funcionarios aduaneros.
Por otro lado, desde la Dirección Nacional de Aduanas emitieron un comunicado en el que, contrariamente a lo que dicen los trabajadores del organismo, felicitan al Ejército Nacional por su trabajo en la frontera.
Los representantes de la AFA llegarán a Salto para entrevistarse con sus pares ya que también manifestaron públicamente su preocupación por los pocos funcionarios que trabajan en el paso de frontera generando una sobrecarga.
