«Vengo de Malvinas, papá»: Estuvo en la guerra, pero recién lo contó el día que volvió a casa
Es la historia de Aurelio Albornoz, excombatiente que hace décadas se afincó en Concordia y que en los últimos días de marzo fue homenajeado con un mural por el Club La Bianca, del que es un antiguo socio.
Historias de Malvinas hay, y de todo tipo. Están las comunes y habituales. Están aquellas un poco menos frecuentes. Y también están las otras: las historias que salen de los carriles normales y emergen como flores venciendo la dureza de la roca.
La historia que hoy traemos al presente es la de Aurelio Albornoz, quien vivió toda su infancia en la zona rural de El Ramblón/Aldea San Antonio (Departamento Paraná) y a los 13 años se fue a vivir a la ciudad de Concordia.
Corría el año 1.978 cuando ya instalado en la capital del Citrus, Aurelio trabajó como albañil. Fue durante la construcción del edificio del entonces Diario Concordia.
En marzo de 1981, al joven le tocó el servicio militar en Río Grande, provincia de Tierra del Fuego (Batallón 5, Infantería de Marina).
El 31 de marzo de 1981 (un año antes del inicio de la guerra), Aurelio viajó desde Concordia a la casa de su familia en el campo, aquella vivienda que lo vio nacer. “Fui a decirles a mis viejos que me tocaba hacer la colimba”, recuerda hoy en diálogo con NuevaZona. Tiempo después se desataría el conflicto en Malvinas y el muchacho no los vería hasta después de la guerra.
La historia es conocida: El 2 de abril de 1982 comenzaba el único conflicto armado entre una potencia nuclear y un estado latinoamericano. Al cabo de dos meses, el doloroso saldo humano: 649 soldados argentinos muertos, 255 soldados británicos y 3 civiles.
Entre los más de 23 mil combatientes argentinos que intervinieron en Malvinas, se encontraba el entrerriano Aurelio Albornoz.
Y fue precisamente el día que volvió de Malvinas, cuando recién pudo contarle a su familia que había intervenido en el conflicto.
“Fue una sorpresa enorme para mis viejos verme llegar ese día. Aquella tarde fría de junio les conté que había estado en la guerra y les expliqué lo que habíamos vivido allí. ‘Vengo de Malvinas’, les dije. Ellos no lo sabían. En ese momento, los ex combatientes no estábamos demasiado alegres por lo ocurrido en las islas. Mis viejos lo entendieron perfectamente y me dieron todo su apoyo”, explicó el veterano de guerra.
No fue sencillo conseguir trabajo para los ex combatientes en su regreso al continente. Prejuicios, temores y demasiadas dudas sobre el estado físico y mental de los soldados, provocaron que muchas empresas evitaran contratarlos.
Afortunadamente, en el Diario Concordia ya conocían cómo se desempeñaba Aurelio, luego de su paso previo como albañil en la construcción del edificio.
Por ello, el día que fue a pedir trabajo en la empresa periodística, el director del medio no lo dudó y tomó al muchacho como empleado en el sector de la planta impresora -primero- y luego en el área de fotografía.
Homenaje al Héroe de Malvinas
Albornoz no ha recibido reconocimientos sociales en las ciudades de la campaña del Departamento Paraná. En esta zona se lo conoce poco: El hombre vive en Concordia desde que era adolescente y es en dicha ciudad donde ha sido protagonista de actos, charlas y reconocimientos. Incluso el Club La Bianca, del que es antiguo socio, pintó un emotivo mural en su homenaje.
Este año, y luego que el veterano de Malvinas Abel Rodríguez conociera su caso, Albornoz ha sido invitado a participar de un acto que se realizará el próximo 2 de mayo en el Ramblón. Será en conmemoración del hundimiento del ARA General Belgrano.
“Si Dios quiere, allí estaremos para compartir un grato momento junto a viejos conocidos”, cuenta Aurelio.
Hoy ya no están sus padres, pero sí aquellos amigos de la infancia que un día lo vieron partir del campo y volver una fría tarde de junio, después que culminó en nuestro país una herida -aún no cerrada- llamada Malvinas.