Un capítulo de la nueva Guerra Fría chino-estadounidense se juega en Brasilia
El brigadier brasileño Davir Almeida Alcoforado, presentado por el presidente Jair Bolsonaro a Donald Trump como la gran incorporación del Comando Sur de la Fuerzas Armadas estadounidenses, se ha transformado en un capítulo de la nueva Guerra Fría entre Washington y Beijing.
El brigadier brasileño Davir Almeida Alcoforado, presentado por el presidente Jair Bolsonaro a su par de Estados Unidos, Donald Trump, como la gran incorporación del Comando Sur de la Fuerzas Armadas estadounidenses, en el episodio tal vez más notorio del alineamiento con la Casa Blanca, se ha transformado también en un capítulo de la nueva Guerra Fría entre Washington y Beijing.
China es el principal socio comercial de Brasil desde 2009, se lleva el 30% de las exportaciones, contra un 15% de Estados Unidos.
El alineamiento ideológico de Bolsonaro y parte de su gobierno con Trump, no sólo con Washington, choca con la dependencia de Beijing para vender sus productos, en especial del agronegocio y hierro.
“Los brasileños le pagan para que trabaje para mi”, le dijo Trump, en presencia de Alcoforado, al almirante Craig Faller, del Comando Sur.
Fue el 10 de julio, en un una ceremonia en Florida, donde Brasil se sumaba oficialmente a Colombia a operar junto con el Comando Sur.
Esta nueva línea de las Fuerzas Armadas de Brasil no está incluida en el Libro Blanco de la Defensa lanzado recientemente, que cada cuatro años actualiza la doctrina de Defensa y que por primera vez no descartó tensiones y conflictos en América del Sur, en referencia a Venezuela y ya no más a Colombia.
Desde el inicio del Gobierno de Bolsonaro, el vicepresidente Hamilton Mourao, general cinco estrellas retirado, fue el interlocutor del Ejecutivo ante China, frente a la imagen a favor de la Casa Blanca del canciller Ernesto Araújo, de los hijos del mandatario y del propio excapitán, que antes de asumir visitó Taiwán.
Al lado de Mourao, se encuentra Tereza Cristina, la ministra de Agricultura, y el poderoso frente parlamentario Brasil-China, siempre vinculado al agronegocio, que fue uno de los principales sostenes para la elección de Bolsonario de 2018 y es necesario para pensar en la reelección de 2022.
“Brasil no puede dejar afuera a China, sería una política suicida, un daño autoinflingido. Brasil es una pieza clave para los intereses chinos en América Latina como para los intereses estadounidenses”, dijo a Télam el profesor de Relaciones Internacionales Fernando Romero Wimer, de la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Unila).
Romero Wimer, que es argentino, agregó que China es el principal inversor en Brasil y mantiene una política de largo plazo: “Yo siempre cito la hipótesis de que no se pueden pensar las relaciones internacionales a espaldas de las relaciones económicas, porque esto puede llevar a una crisis inmediata”.
Brasil, la principal economía latinoamericana, ha visto en el último año reducir su peso comercial en la región, sobre todo en el Mercosur, mientras China, por ejemplo, se convirtió en el principal socio comercial de Argentina y de Uruguay.
En el barrio de las embajadas de Brasilia comenzó a disputarse una batalla de la guerra comercial Washington-Beijing, que hasta ahora estaba oculta.
En un hecho inédito, en las últimas semanas y por Twitter, han discutido directamente los embajadores en Brasilia, inaugurando lo que se ha interpretado como una Guerra Fría, al menos de declaraciones, en la principal capital de Sudamérica en términos económicos.
El nuevo embajador de Estados Unidos en Brasil, Todd Chapman, divulgó una fake news (noticia falsa) en su cuenta de Twitter hablando sobre una “esterilización masiva de mujeres uigures”, la etnia musulmana china.
Lo hizo luego de haber recibido, con sombrero de vaquero, en su residencia al presidente Bolsonaro y su Gabinete, en la fiesta del 4 de Julio, el Día de la Independencia de Estados Unidos. Tres días después, Bolsonaro dio positivo para el coronavirus.
Yang Wanming, el embajador chino en Brasilia, le respondió, también por la plataforma Twitter, estadounidense: “Este hombre (el embajador Chapman) viene a Brasil con la misión especial de divulgar rumores y mentiras, esperemos que haga bien su trabajo. Una hormiga intenta derribar un árbol gigante, ridículamente exagerando su capacidad”.
El canciller Araújo se encolumnó detrás de Washington al llamar “comunavirus” a la pandemia, asociándola al comunismo.
De fondo, la narrativa pero también decisiones estratégicas que Brasil debe tomar para cuando el año próximo convoque a licitación para las frecuencias de internet de Quinta Generación (5G), con el Gobierno estadounidense presionando contra Huawei, la principal proveedora mundial de esa tecnología.
Huawei está presente en Brasil desde 1999y es proveedora de servicios de conexión y telecomunicaciones en general de las grandes empresas brasileñas. El Reino Unido la dejó fuera del 5G, en un claro mensaje de alianza hacia Washington.
El alineamiento ideológico de Bolsonaro con Trump choca con la dependencia de Beijing para vender sus productos.
Desde que asumió, Bolsonaro viajó tres veces a Estados Unidos y una a China.
En el primer viaje, le otorgó a EEUU el uso de la base espacial de Alcántara, en el estado de Maranhao, a precios más bajos que Cabo Cañaveral para los lanzamientos, un negocio que hace ingresar dinero extra a las arcas de las Fuerzas Armadas brasileñas.
En un hecho inédito, visitó el cuartel general de servicios secretos exteriores, la Central de Inteligencia (CIA) al lado de su entonces ministro de Justicia, Sérgio Moro, el ex juez convertido en posible rival en 2022.