Mujer denunció haber sido abordada por un asesino serial que regresó a Uruguay por el puente de Salto Grande

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Pablo Goncálvez, el primer asesino serial conocido del Uruguay, que cuenta con doble nacionalidad – uruguaya y paraguaya- volvió al país tras ingresar por el cruce fronterizo de Salto Grande y, ahora, una mujer denunció que fue abordada por el homicida en el barrio montevideano de Carrasco.

La información fue difundida en la red social X por el periodista Eduardo Preve. Según el periodista, Goncálvez – miembro de la clase alta montevideana- regresó al país desde Paraguay en noviembre de 2023, y la denuncia presentada en la comisaría de Carrasco (Montevideo, Uruguay) tuvo lugar «en las últimas semanas».

La denunciante relató que fue abordada en su domicilio por Goncálvez, quien le preguntó si estaba familiarizada con su caso y se identificó ante ella.

Preve ha difundido presuntas fotografías del individuo, indicando que conduce un Jeep Compass del año 2010 y que cruzó desde Paraguay por el paso fronterizo de Salto Grande, según registró Migraciones del Uruguay e informó el Ministerio del Interior del vecino país.

Asimismo, el periodista informó que la mujer proporcionó su testimonio en tres ocasiones ante la seccional 14, afirmando que Goncálvez le reveló que «no había actuado solo» en los asesinatos cometidos en los primeros años de la década de 1990.

Además Preve señaló que se le mostraron fotografías de Goncálvez a la mujer, quien confirmó que se trata del mismo individuo, aunque ahora con “canas”.

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Pablo Goncálvez, miembro de la clase alta y primer asesino serial de Uruguay, al momento de ser detenido; volvió a su país ingresando en noviembre por el puente de Salto Grande.

Pablo José Goncálvez Gallarreta nació en Bilbao (España) el 6 de marzo de 1970. En ese momento su padre, Hamlet Goncálvez, cumplía funciones diplomáticas representando a Uruguay en España. Nueve años más tarde, la familia regresó a Carrasco, el barrio de Montevideo del que el matrimonio era oriundo. Miembro de la alta sociedad montevideana, ingresó como estudiante de ciencias económicas en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República. En 1991 había sido investigado por una denuncia de violación que no pudo comprobarse.

Los crímenes de Goncálvez

A comienzo de los años ’90 del siglo pasado, Montevideo se vio estremecida por el asesinato de mujeres jóvenes, que se inició con el homicidio de Ana Luisa Miller Sichero, de 26 años, en la noche de Año Nuevo de 1992, luego de participar de una fiesta en el club Old Christians.

La serie de crímenes  motivó una investigación policial de más de un año, en la que se utilizaron técnicas de hipnosis y, también, se apeló a la intervención de videntes y de un agente del FBI.

Goncálvez, un uruguayo de 22 años, nacido en España y que residía en el barrio de clase alta de Carrasco, en Montevideo, vivía con aparente normalidad y sin demasiados sobresaltos hasta la madrugada de ese 1° de enero de 1992. Ese día cometió el primero de los tres asesinatos que lo llevaron a estar 30 años preso.

Su primera víctima, Ana Luisa Miller Sichero, no regresó jamás a su casa. Su cuerpo apareció sin vida en el balneario Lomas de Solymar (a 30 kilómetros de Montevideo), entre las dunas. Goncálvez había sido el último en verla, pero nadie sospechó de él.

El padre de Goncálvez murió en julio de ese año y, a los pocos meses, el criminal buscó una nueva víctima. Fue Andrea Castro (15 años), asesinada el 20 de septiembre de 1992. La adolescente había salido a bailar a la discoteca England, en Carrasco, y se encontró con el asesino. Apenas se conocían, pero charlaron unos minutos y ella aceptó ir con él a dar una vuelta en el auto. Su cuerpo apareció en la Playa Mansa, de Punta del Este.

El asesino serial abordó a un mujer en el barrio de Carrasco, en Montevideo, luego de que volvió a Uruguay, desde Paraguay, por el puente sobre la represa de Salto Grande.

Andrea Castro murió por asfixia, revelaría la autopsia. Con el tiempo se supo que el arma letal había sido una corbata blanca y verde del padre de Goncálvez.

La tercera víctima fue María Victoria Williams, quien esperaba el ómnibus en la mañana del 8 de febrero de 1993, cuando apareció Goncálvez. El asesino fingió que su abuela estaba sufriendo un infarto e hizo ingresar a la mujer a su vivienda. Le pidió que llamara a la emergencia y, en ese momento, le puso un pañuelo con alcohol y éter en la nariz y le ató una bolsa de nylon en la cabeza. Esa tarde, la familia de Victoria recibió un llamado que preguntaba por qué la joven no había ido a trabajar.

El homicida cayó en febrero de 1993 cuando la policía lo encontró en un ómnibus en el que quería viajar a San Pablo (Brasil). Fue detenido en Chuy, una ciudad fronteriza del norte del Uruguay.

Aunque tras ser detenido y llevado ante la Justicia se declaró inocente, fue condenado a 30 años de prisión por los crímenes de Williams y Castro. Siete años después recibió sentencia por el asesinato de Miller.

El 6 de marzo de 1999, fue atacado por dos reclusos con 26 puñaladas, el 19 de marzo salió de la terapia intensiva del Hospital Maciel y fue conducido a la Cárcel Central y, tras su cierre, fue trasladado a la chacra cárcel de Campanero en Lavalleja, a tras kilómetros de la ciudad de Minas.

Pablo Goncálvez en 2017, tras ser detenido en Paraguay.

En 2012 la defensa solicitó su libertad anticipada, siendo esta denegada judicialmente. Continuó purgando su pena tras las rejas en la penitenciaría de mínima seguridad ubicada en las cercanías a la ciudad de Minas, pero gozando de salidas transitorias.

En 2016, la Justicia dio por cumplida la triple pena que pesaba sobre él. Redimió siete años de los 30 por estudio y trabajo. Estando en prisión, el triple homicida se casó y fue padre de una hija. El matrimonio se disolvió en 2015.

Andanzas en Paraguay

En 2017 volvió a ser capturado en Paraguay con un arma de nueve milímetros, lo que está prohibido por la ley de armas paraguayas. Llevaba 21 cartuchos, 9,1 gramos de cocaína y un celular que fue incautado en el momento de la detención. Fue preso de nuevo y liberado en 2019.

Según confirmaron las fuentes de la investigación, “la Policía lo persiguió mientras recorría la ciudad en una poderosa moto tipo ninja”. El informe policial consignó que “opuso mucha resistencia al arresto”. Durante los dos años en la cárcel, “perdió aproximadamente 10 kilos. Se dedicó a la lectura y a jugar al ajedrez. Tuvo problemas de convivencia con otros reclusos y fue aislado en varias oportunidades”, indicaron fuentes policiales. Fue alojado en la Penitenciaría Nacional de Coronel Oviedo, a 150 kilómetros de Asunción, y condenado a cumplir con casi dos años de cárcel.

Cabe aclarar que Goncálvez goza de libertad tras cumplir sus condenas en Uruguay y Paraguay.

Fuente: Montevideo Portal, La Prensa y @EPreve en X.

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