Concordia, Salto y el dragado asociados a residuos contaminantes en peces del río Uruguay

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Un informe realizado por la Comisión Administradora del Río Uruguay – al que tuvo acceso libreentrerios.com– sobre la presencia de residuos contaminantes en peces del río Uruguay, arrojó como resultado que su aptitud para el consumo es aceptable; no obstante, se sugiere que el organismo binacional realice recomendaciones que minimicen riesgos. Asimismo, se estableció que debe profundizarse el estudio referido a la presencia más acentuada de metales pesados en capturas realizadas aguas arriba de la represa de Salto Grande. La presencia de otros contaminantes fue asociada a las actividades de dragado, aportes contaminantes de las ciudades de Concordia y Salto (Uruguay) y utilización estacional de plaguicidas, herbicidas y fungicidas. También se recomendó regular el uso de estos dos últimos agrotóxicos.

La Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) presentó, recientemente, los resultados y conclusiones de la Campaña 2019 del Subprograma “Relevamiento de Residuos de Contaminantes en Peces del Río Uruguay” que se desarrolla en el marco de las actividades de la Subcomisión de Pesca y Otros Recursos Vivos de la Secretaría Técnica del organismo, cuyas conclusiones recomiendan acciones para minimizar riesgos e identifica, presuntivamente, fuentes de contaminación ligadas a las actividades de dragado, la incidencia de las ciudades de Concordia (Entre Ríos) y Salto (Uruguay) y la utilización estacional de plaguicidas, herbicidas y fungicidas.

También, advierte sobre la necesidad de realizar estudios más detallados que permitan determinar las causas de una mayor presencia de metales en los ejemplares capturados aguas arriba de la represa de Salto Grande, en relación con los de aguas abajo.

Objetivos

De acuerdo al informe, que lleva la firma del Dr. Pedro Carriquiriborde, asesor “ad-honorem” de la C.A.R.U. y docente investigador de la Universidad Nacional de la Plata y el CONICET, el objetivo del relevamiento fue «proporcionar información sobre la acumulación de contaminantes de relevancia ambiental en especies de peces de interés pesquero del Río Uruguay de forma tal que el conocimiento generado permita realizar recomendaciones que faciliten la toma decisiones en relación a la gestión del recurso».

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El informe proporciona información sobre la acumulación de residuos contaminantes en peces de interés comercial, como las bogas.

En este sentido, se destacó que «los muestreos se han realizado en coordinación con el programa de “Relevamiento de la Ictiofauna” durante la primavera de 2019 (del 1 al 4 de octubre) colectando ejemplares de 4 especies de peces de interés pesquero (sábalo, boga, dorado, surubí) en 3 localidades (Villa Paranacito – Entre Ríos-, Puerto Yeruá -Entre Ríos-, Bella unión – Uruguay-) distribuidas a lo largo del tramo compartido del Río Uruguay, bajo jurisdicción de la CARU».

Específicamente, se advierte que «las especies de peces seleccionadas para realizar los análisis de residuos de contaminantes fueron el sábalo (Prochilodus lineatus), la boga (Megaleporinus obtusidens) y el dorado (Salminus brasiliensis) debido a ser de relevancia pesquera, abundantes y sensibles a la selectividad de las artes de pesca utilizadas. Adicionalmente, se incluyeron dos ejemplares de surubí (Pseudoplatystoma corruscans) debido a que es una especie de interés que pocas veces es capturada con las artes de pesca utilizada y de la que se dispone de poca información».

Relevamiento de residuos de contaminantes

La Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) posee dentro de sus propósitos el de “Conservar y preservar los recursos vivos del Río a fin de asegurar el uso sustentable de los mismos” (Digesto sobre el Uso y Aprovechamiento del Río Uruguay, CARU).

Por este motivo, desde de 2006 se ha establecido desde la Subcomisión de Pesca y Otros Recursos Vivos, una actividad dirigida al “Relevamiento de Residuos de Contaminantes en Peces de Relevancia Pesquera para el Río Uruguay”.

«Dicho seguimiento tiene el propósito de proporcionar información útil que permita tanto conocer el estado de salud del recurso como el de su aptitud para el consumo, y establecer recomendaciones y medidas para su protección, conservación, uso sustentable y consumo seguro», expresa el informe al que accedió libreentrerios.com.

Contaminantes analizados

Dadas las actividades humanas – con incidencia sobre el medio ambiente- más importantes en la cuenca (agropecuarias y urbano-industriales) y las características de los contaminantes (persistencia, bioacumulación, toxicidad), «las familias de contaminantes que se han seleccionado para su relevamiento han sido los PCBs (bifenilos policlorados), los PBDEs (éteres de difenilo polibromados), plaguicidas organoclorados (POCs), otros plaguicidas (insecticidas, herbicidas y fungicidas) y metales», puntualiza el informe.

Los PCBs

«Los PCBs, son una familia de compuestos organoclorados (bifenilos policlorados) conformada por 209 congéneres que por sus propiedades fisicoquímicas han sido ampliamente utilizados hasta mediados de la década del 1970 en aceites dieléctricos para equipos con alto riesgo de incendio en la industria y el transporte. Si bien su producción y uso han sido prohibidos en casi todo el mundo, en Argentina y Uruguay desde principios de los 2000, su alta persistencia y lipofilicidad hacen que reservorios de estas sustancias remanentes en los sedimentos puedan representar aún un potencial riesgo para bioacumularse y causar efectos adversos sobre los peces y otros organismos acuáticos», precisa el estudio.

Los PBDEs

«Los PBDEs son una familia de compuestos organobromados (éter de difenilos polibromados) que también posee 209 congéneres diferentes. Son ampliamente utilizados como retardantes de llama en plásticos y espumas. Son sustancias altamente persistentes y bioacumulables y de allí su relevancia ambiental», explica.

Los POCs

«Los POCs, son moléculas orgánicas con un elevado número de átomos de cloro que han sido utilizadas principalmente como insecticidas dada su acción neurotóxica. El ejemplo clásico ha sido el DDT, aunque el más recientemente utilizado y prohibido ha sido el endosulfán. Por su persistencia y capacidad de bioacumularse han sido prohibidas en la mayoría de los países, aunque aún su presencia en el ambiente puede representar un riesgo para los peces y otros organismos acuáticos», dice el texto.

Otros plaguicidas

«A partir de 2013, se ha incorporado el relevamiento de otros plaguicidas que incluyen insecticidas, herbicidas y fungicidas de difundido uso agrícola en la región», remarca.

«Estos plaguicidas por lo general son menos persistentes y con menor capacidad de bioacumularse, pero dado su amplio uso podrían representar en determinados momentos un riesgo para los peces y otros organismos acuáticos debido a una acumulación transitoria y la toxicidad que puedan desplegar», indica.

Metales pesados

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El mercurio tiene mayor incidencia en especies depredadoras como el dorado.

También, a partir de 2013, se han incorporado en el relevamiento el análisis de residuos de metales pesados como el cadmio (Cd), cromo (Cr), mercurio (Hg) y plomo (Pb). Los metales suelen acumularse y ser tóxicos para los peces y otros organismos acuáticos.

En particular, precisa el informe «es ampliamente conocida la capacidad del Hg de biomagnificarse a través de la cadena trófica (proceso de transferencia de sustancias nutritivas a través de las diferentes especies de una comunidad biológica,​ en la que cada una se alimenta de la precedente y es alimento de la siguiente) como ha quedado demostrado en el informe CARU 2017-2018 en el que se realizó en el marco de esta actividad un estudio “ad- hoc” para analizar la biomagnificación de este metal en las cadenas tróficas del Río Uruguay».

En cada caso, «los resultados obtenidos se analizaron comparativamente con los resultados de las campañas previas, publicados en los informes de la Subcomisión de Pesca y Otros Recursos Vivos de la CARU (CARU, 2013; CARU, 2014; CARU, 2016; CARU, 2018)», se aclaró.

Acumulación en órganos y músculos

Desde la CARU «se ha planteado continuar durante 2019 con la actividad de relevamiento de los niveles de acumulación de los contaminantes mencionados en especies de interés pesquero, sábalo, boga y dorado. Además, en esta etapa no sólo se ha incorporado el análisis de los residuos de tales contaminantes en el músculo, sino también en el hígado de aquella especie con mayor número de capturas. Si bien el hígado no es típicamente consumido por la población, es un tejido en el que los contaminantes suelen acumularse en mayor grado y su disfunción podría afectar la salud de los peces y por tanto del recurso».

Muestras analizadas en Argentina

Para los análisis de los residuos de contaminantes, se informó que «las muestras fueron remitidas a diferentes laboratorios según tipo de analito (componente cuya presencia o contenido se desea conocer, identificable y cuantificable, mediante un proceso de medición química). Los análisis de PCBs, PBDEs (éteres de bifenilos polibromados), y plaguicidas organoclorados fueron realizados en el Laboratorio de Ecotoxicología y Contaminación Ambiental de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata, los análisis de los demás plaguicidas en el Laboratorio de Contaminantes Químicos del Instituto de Tecnología de Alimentos perteneciente al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y los metales en el Instituto de Ciencia y Tecnología en Alimentos de Córdoba (ICYTAC) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNCOR)».

Asimismo, el estudio precisa que se analizó «la concentración de 120 sustancias, 40 congéneres de PCBs (bifenilos policlorados), 9 congéneres de PBDEs (difenil-éteres polibromados), 20 POCs (plaguicidas organoclorados), 31 insecticidas, 9 herbicidas, 17 fungicidas y 4 metales pesados, en el músculo de las 4 especies y en el hígado de la especie con mayor número de capturas (boga). El total de muestras analizadas de músculo fueron 52 y 16 de hígado».

Con posterioridad, se destaca que «de los 120 analitos analizados, 88% de los congéneres de los PCBs, 89% de los congéneres de PBDEs, 74 % de los POCs, 42% de los insecticidas, 44% de los herbicidas, 59% de los fungicidas y 75% de los metales analizados fueron detectados en alguna de las muestras de músculo, mientras que 83% de los congéneres de los PCBs, 44% de los congéneres de PBDEs, 63 % de los POCs, 32% de los insecticidas, 22% de los herbicidas, 47% de los fungicidas y 100% de los metales analizados fueron detectados en alguna de las muestras de hígado».

Contaminación por el dragado

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El dragado del río Uruguay vuelve a poner en suspensión los sedimentos y moviliza los residuos contaminantes que habían quedado retenidos en los mismos.

En lo que hace a los posibles orígenes de los residuos contaminantes, el estudio puntualiza que «el incremento de las concentraciones de PCBs observado en los relevamientos de la CARU desde 2014 reafirma su persistencia y se podría asociar al incremento de las actividades de dragado realizadas para el mantenimiento de la hidrovía, actividad que estaría movilizando y biodisponibilizando remanentes de dichos compuestos que habrían quedado retenidos en los sedimentos».

Precisamente, añade el informe, «un hallazgo en la campaña de 2019, que refuerza esta hipótesis, es que los peces aguas debajo de la represa (zona de dragado) mostraron valores mayores que los peces colectados aguas arriba de la misma».

No obstante, se señala que, «afortunadamente, las concentraciones medidas en el músculo de los peces parecen haber alcanzado su máximo, mostrando un leve descenso en la última campaña, aunque se aconseja continuar su seguimiento en futuros relevamientos para seguir su evolución».

Puntualmente, el informe señala que «la secuencia de datos histórica de la CARU sobre concentraciones promedio de PCBs totales en los músculos de peces del Río Uruguay muestra un incremento sostenido en la acumulación de estos compuestos en el músculo de los peces desde 2014 en adelante, sin embargo, las concentraciones en 2019 parecieran haber llegado a un “plateau” (meseta, en francés), puesto que fueron muy semejantes, e incluso, levemente inferiores a las obtenidas en 2017 y 2018».

Abundando sobre el particular, indica que «dado que la comercialización y uso de los PCBs se encuentra prohibida, el repentino incremento de las concentraciones desde 2015, junto a las diferencias de concentración halladas entre sitios aguas arriba y aguas debajo de la represa, confirmado nuevamente en el relevamiento de 2019, podrían ser asociadas con las actividades de dragado en el río retomadas en los últimos años para el mantenimiento de la hidrovía. Tal actividad resuspende los sedimentos y ello podría estar biodisponibilizando los PCBs acumulados allí durante décadas. Es importante notar que las concentraciones en los peces parecieran haber alcanzado su valor máximo y sin haber sobrepasado los límites máximos establecidos en la legislación internacional. Sin embargo, sería apropiado, informar sobre los niveles de consumo recomendables en función de los valores promedio hallados y la tabla propuesta por la USEPA».

La incidencia de Concordia y Salto

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Un informe de la CARU asoció a las ciudades de Concordia y Salto (Uruguay) con los residuos contaminantes de peces del río Uruguay.

Por otra parte, se destaca que «las concentraciones medias de PBDEs» no representan «aún un riesgo significativo para el consumo», aunque se aclaró: «Dadas las fuentes típicamente urbano/industriales de estos contaminantes, las mayores concentraciones detectadas en los peces colectados en la zona de Puerto Yeruá podrían indicar posibles aportes desde las ciudades de Concordia y Salto. Dada su persistencia, debiera continuarse su monitoreo a fin de seguir su evolución».

El informe explica que «de los 9 congéneres de PBDEs analizados, el número promedio encontrado tanto en el músculo como en el hígado en los peces durante el muestreo de 2019 osciló entre ninguno y 1, con un máximo de 3 en el músculo de una boga de Puerto Yeruá y 2 en el hígado de dos bogas de Villa Paranacito».

Es signicativo, para el estudio, que las diferencias significativas están relacionadas con la localidad de muestreo, «siendo las concentraciones promedio de PBDEs totales en los peces colectados en Puerto Yeruá mayores» que las de Bella Unión y Villa Paranacito.

Asimismo, se manifiesta que aunque aún no se dispone de límites de residuos máximos para estas sustancias, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, European Food Safety Autority), «en función de estudios de neuro-comportamiento en modelo ratón, ha establecido dosis de referencia para los congéneres PBDE47, PBDE99, PBDE153 y PBDE209 de 172, 4,2, 9,6, y 1700000 ng/Kg de masa corporal/d, respectivamente (EFSA, 2011). Sobre esta base el residuo crítico que produce tal efecto sobre los roedores fue de 232, 9, 62 y 425 µg/Kg/masa corporal. De esto puede verse que el PBDE99 es el más tóxico y que en ningún caso las concentraciones de PBDEs totales halladas en los peces alcanzan este valor, estando por lo general más de un orden de magnitud por debajo. Asumiendo una sensibilidad similar entre peces y roedores, las concentraciones halladas no generarían efectos neuro-comportamentales en los peces».

Por otra parte, el informe aclara que «la serie histórica de concentraciones promedio de PBDEs totales en músculos de peces del Río Uruguay muestra un comportamiento de estos compuestos diferente al observado para los PCBs. Para esta familia de contaminantes, se observa un máximo de las concentraciones máximas y promedio en el año 2014 y luego un descenso sostenido hasta 2019».

Riesgo cada vez menor

Mientras tanto, se indicó que en el caso de los POCs totales, únicamente las concentraciones medias de los HCHs totales (hexaclorociclohexanos, lindano) excedieron los valores permitidos – sólo en 4 de las 93 muestras analizadas-.

Al respecto, el informe sostiene: «Pese a la prohibición de la mayoría de los POCs, aún siguen mostrando porcentajes altos de detección en los peces. Sin embargo, sus concentraciones fueron relativamente bajas, sin exceder durante el relevamiento de 2019 los MRLs (sigla en inglés para Maximun Residue Levels o, en castellano, Nivel Máximo de Residuos) establecidos para dichas sustancias. El patrón temporal de acumulación de los POCs en el músculo de los peces mostró desde 2014 un incremento similar al de los PCBs, pero en el relevamiento de 2019 evidenció una baja sustancial en las concentraciones respecto a 2018. Ello probablemente indicaría que su prohibición y menor persistencia, respecto a los PCBs, esté conduciendo a una eliminación más rápida del sistema y posiblemente esta tendencia se continúe viendo reflejada en las próximas campañas, lo cual indicaría un riesgo cada vez menor asociado a esta familia de contaminantes».

Menos frecuencia, mayor concentración

En otro orden, el informe establece que «entre las otras familias de plaguicidas estudiadas las frecuencias de detección fueron menores que para los POCs, pero las concentraciones promedio fueron por lo general mayores».

«Se confirma el comportamiento estacional de las concentraciones de los insecticidas en el tiempo, con los mayores picos por lo general, aunque no siempre, asociados a muestreos de primavera. Sólo una muestra de dorado excedió los MRL establecidos para el clorpirifós en carnes de aves, indicando un riesgo muy bajo respecto a estas sustancias para el consumo humano. Menos se conoce respecto a sus posibles efectos sobre los propios peces y resultaría deseable poder evaluar si tales niveles de acumulación de insecticidas podrían vincularse a efectos neurotóxicos o hepatotóxicos en los peces capturados», expresa el informe de CARU.

En este sentido, el texto remarca que «el número de insecticidas promedio por ejemplar encontrado en el músculo y el hígado de las especies de peces del Río Uruguay durante el relevamiento de 2019 fue relativamente bajo, oscilando entre 0 y 2. Los números promedio fueron muy semejantes entre tejidos, especies y localidades. El número máximo de insecticidas detectados en el músculo de un único pez fue de 5 en un dorado de Puerto Yeruá y el mismo número en el hígado de una boga de Villa Paranacito».

«Las series temporales de la concentración de insecticidas totales en músculo de peces del Río Uruguay muestran un comportamiento fluctuante para estas sustancias con valores comúnmente, pero no siempre, mayores en los peces capturados en las campañas de primavera o verano. Para todos los insecticidas, los mayores valores se han observado en 2014 con tendencias decrecientes hacia 2018 y un repunte en 2019», informa.

En base a estas estimaciones, el estudio especula con que el «comportamiento de la acumulación de estas sustancias podría deberse al uso estacional de las mismas (mayor concentración en época de aplicación) y a su mayor tasa de metabolización y rápida eliminación (concentración disminuye rápidamente en periodo de no aplicación), resultando más complejo la predicción de su comportamiento. Los neonicotinoides no han sido detectados nuevamente luego de 2014».

Herbicidas y fungicidas

Más adelante, se destaca que «las concentraciones promedio de los herbicidas variaron significativamente con la localidad mostrando un aumento de los valores de norte a sur, probablemente reflejando una mayor actividad agrícola en esa dirección o un efecto acumulativo de la misma río abajo».

También, advierte que «la serie temporal mostró un incremento de las concentraciones halladas en el músculo respecto a la campaña de 2018, pero con valores aún inferiores a los de 2014. Entre los herbicidas, la atrazina y el acetoclor fueron los más frecuentes y de mayores concentraciones, pero el primero sin dudas fue el de mayor relevancia, en especial considerando que el acetoclor nunca superó los MRL, mientras que 22 de 52 peces excedieron el MRL establecido por Health Canada para la atrazina».

Por este motivo, sostiene que «la atrazina es un compuesto que debería seguirse muy de cerca no sólo por las concentraciones encontradas año a año, sino también por los efectos adversos (ej. disrupción endocrina) que se han descrito sobre la salud humana, estimada mediante diferentes especies modelo de mamífero (ej. conejo, rata, ratón), y la de los peces y otros vertebrados acuáticos».

En cuanto a los fungicidas, de los que se analizaron 17, se alertó que «si bien las concentraciones promedio de fungicidas totales en el músculo se redujeron respecto a la campaña de 2018, varios fungicidas superaron los MRL establecidos para otras carnes y cereales, lo cual indicaría la necesidad de continuar evaluando la evolución de esta familia de compuestos. Muy poco es lo que se conoce respecto a los efectos adversos de estas sustancias sobre los peces, pero algunos fungicidas han sido reportados como hepatotóxicos y disruptores endocrinos».

Por otra parte, en relación al número de fungicidas detectados en el músculo y el hígado de los peces colectados durante la campaña de 2019, pareciera no haber una acumulación diferencial en los tejidos estudiados.

Siempre en lo que hace al número de fungicidas detectados, se precisó que «no se observa una acumulación preferencial en ninguna» especie en particular y que, «algo similar ocurrió con las localidades».

En cuanto a «las concentraciones promedio entre los peces colectados en las diferentes localidades», si bien en el caso de los herbicidas totales se constató un aumento de norte a sur, no ocurrió lo mismo con los fungicidas, que tuvieron mayor homogeneidad.

En tanto, quedó claro que «el comportamiento de los herbicidas fue en cierto modo semejante al de los insecticidas, con un descenso aserruchado desde 2014 a 2018 y un repunte en 2019, con picos que por lo general se observan en las campañas de primavera. El comportamiento de los fungicidas fue algo diferente, si bien descendieron de 2014 a 2016, luego se incrementaron hasta 2018 y volvieron a caer en 2019 con los mayores picos por lo general, pero no siempre, en los muestreos de otoño».

Metales pesados, aguas arriba de la represa

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Cierto tipo de residuos contaminantes, como los metales pesados, parecen tener mayor incidencia aguas arriba de la represa.

Yendo a los metales pesados, se informó que sólo el cadmio «no fue detectado en alguna muestra de músculo» y que el mercurio «fue el único metal que mostró diferencias significativas entre especies con mayores concentraciones en las especies ictiófagas (devoradoras de otros peces), confirmando el patrón de biomagnificación descrito en detalle en 2018».

Cabe aclarar que la biomagnificación es la «tendencia de algunos productos químicos a acumularse a lo largo de la cadena trófica, exhibiendo concentraciones sucesivamente mayores al ascender el nivel trófico. La concentración del producto en el organismo consumidor es mayor que la concentración del mismo producto en el organismo consumido», según la definición de GreenFacts.

Por otra parte, el cromo y el plomo «mostraron diferencias de acumulación entre sitios, con niveles significativamente mayores en los peces capturados aguas arriba de la represa. Tal patrón no resulta fácil de explicar y debieran realizarse nuevos muestreos para poder confirmarlo e intentar explicarlo», avisa el informe.

«El seguimiento en el tiempo de la acumulación de esos cuatro metales muestra patrones temporales de acumulación diferentes para cada uno, con el Cr (cromo) y el Cd (cadmio) fluctuando entre años, presentando concentraciones relativamente elevadas y luego niveles no detectables. El Hg (mercurio) presentó un patrón estable en el tiempo con concentraciones rondando los 100 µg/kg. Finalmente, el Pb (plomo) mostró un incremento sostenido desde 2014, con un comportamiento similar al de los PCBs, pero que en 2019 aún mostró su mayor valor. Tanto el Cr, el Hg y el Pb superaron en algún caso los MRL establecidos, pero con frecuencias muy bajas, siendo el Cr con el 19% de los casos la más elevada», remarca.

Sobre el plomo, el informe destaca que «mostró un patrón similar al de los orgánicos persistentes, con un incremento sostenido desde 2014 que, pese a parecer estabilizarse, en la campaña de 2019 mostró su valor más alto. Al igual que se mencionara para los PCBs, es posible que este incremento de las concentraciones de Pb estén relacionadas al incremento de las actividades de dragado en el río».

A manera de conclusión provisoria, el estudio sostiene: «Ello indicaría un bajo riesgo para el consumo humano, aunque los niveles hallados en el músculo e hígado podría causar algún efecto sobre la salud de los propios peces, aunque ello debiera contrastarse contra indicadores de salud. Por ejemplo, los niveles de Cr, reconocido carcinógeno, podrían contrastarse contra indicadores de genotoxicidad».

Por otra parte, las acumulaciones detectadas variaron de norte a sur, con una reducción de las mismos en el sentido de Bella Unión a Villa Paranacito.

¿Qué comer con seguridad?

El informe también brinda recomendaciones respecto a cuántas porciones de pescado podrían consumirse sin riesgo y establece que, teniendo en cuenta que «el tamaño de la porción asumido es de 0.227 kg» y que el valor de concentración de los residuos contaminantes son conservativos, «puede observarse que si se considera el valor máximo de concentración de PCBs totales hallado en el músculo de un dorado de Puerto Yeruá (23,5 µg/kg p.h.) se podrían consumir hasta 4 comidas al mes o una comida al mes considerando puntos finales (punto con un valor predictivo potencial) no carcinogénicos o carcinogénicos, respectivamente. Si se toma la mediana (valor central: 12,9 µg/kg) se podrían comer hasta 12 raciones al mes, para puntos finales no carcinogénicos y 3 veces al mes, para puntos finales carcinogénicos».

En lo que hace a los PBDEs, el estudio estima que «de acuerdo a la concentración máxima hallada en el músculo de los peces (0,49 µg/Kg) y la dosis de referencia del PBDE99 (4,2 ng/Kg) un niño de 14 Kg no debiera consumir más de 58,8 ng/d, ello equivale a 120 g del pez más contaminado/d. Si se consideran las concentraciones promedio (0,09 µg/Kg) la ración diaria aumentaría a 653 g, valor que muy probablemente supera la ración de pescado que consume un niño de la zona».

«La serie histórica de concentraciones promedio de PBDEs totales en músculos de peces del Río Uruguay muestra un comportamiento de estos compuestos diferente al observado para los PCBs. Para esta familia de contaminantes, se observa un máximo de las concentraciones máximas y promedio en el año 2014 y luego un descenso sostenido hasta 2019», aclara el informe.

Mientras tanto, en relación a los POCs, «tomando como referencia las concentraciones máximas permitidas por la FDA (sigla en inglés para U.S. Food & Drug o Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos, en español) para diferentes POCs (200-5000 µg/kg), los valores observados en el músculo de los peces del Río Uruguay estarían aún muy lejos de dichos valores, incluso expresados como POCs totales».

Lo mismo ocurriría «con las recomendaciones para la aptitud para el consumo humano volcadas en el apartado especial para plaguicidas que posee el Codex Alimentarius de la FAO (sigla en inglés para Food and Agriculture Organization of the United Nations o, en castellano, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura)».

De todos modos, el informe aclara que «si bien los residuos de estos compuestos pueden ser detectables, debido a la alta sensibilidad de los métodos analíticos utilizados, los niveles hallados no representarían un riesgo para el consumo humano o la comercialización internacional del recurso».

A su vez, sobre los residuos de los insecticidas encontrados en el músculo de peces del Río Uruguay y su aptitud para el consumo humano, el estudio explica que «no existen MRLs establecidos en el Codex Alimentarius establecidos por la FAO para estas sustancias en músculo de peces».

No obstante, asegura que «si se toman como referencia los MRLs en otras carnes, como aves o mamíferos, se observa que ninguna de las muestras excedió» dichos valores.

De todas maneras, reconoce que, «en conjunto, los resultados muestran que existe una gran variación en las concentraciones de los insecticidas en el músculo de las especies de peces del Río Uruguay, dependiendo del momento de muestreo, localidad y especies. Tomando como referencia los MRLs establecidos para otros tipos de carnes, en el peor escenario evaluado sólo clorpirifós excedió el límite, pero de manera aislada».

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El surubí fue incluido el estudio sobre residuos contaminantes. Es una especie de relevancia pesquera sobre la que existe poca información.

Luego, remarca que «si bien las fluctuaciones observadas en las concentraciones de este grupo de contaminantes entre años ameritan continuar con los relevamientos para comprender el comportamiento y asociarlo a algún factor vinculado al uso o aspectos ambientales, los niveles no parecieran representar un riesgo constante para la población en la región. Otros estudios complementarios serán necesarios para comprender las posibles consecuencias de los residuos hallados en los tejidos sobre sobre la propia salud de los peces».

Recomiendan regulaciones para plaguicidas y herbicidas

En otro orden, en relación a las concentraciones de los residuos de herbicidas y fungicidas hallados en músculo de peces del Río Uruguay en relación a la aptitud para el consumo, el informe refiere que, «nuevamente encontramos que los MRLs establecidos en el Codex Alimentarius por la FAO para estas familias de plaguicidas no aplican para carne de pescado. Por lo tanto, se han tomado como referencia los MRLs para otras carnes (ej. carnes de aves y mamíferos)».

En consecuencia, como resultado de los análisis efectuados, se considera que «tomando como referencia los MRL para otras materias primas, puede observarse que existe un porcentaje relativamente alto de peces que exceden los valores para herbicida atrazina y los fungicidas tebuconazol, penconazol y metalaxil, entre los más relevantes. Ello indicaría que deberían comenzar a pensarse para la cuenca restricciones de los volúmenes de uso de dichas sustancias y búsqueda de otras alternativas de manejo».

Al respecto, se concluyó que «si bien las concentraciones promedio de fungicidas totales en el músculo se redujeron respecto a la campaña de 2018, varios fungicidas superaron los MRL establecidos para otras carnes y cereales, lo cual indicaría la necesidad de continuar evaluando la evolución de esta familia de compuestos. Muy poco es lo que se conoce respecto a los efectos adversos de estas sustancias sobre los peces, pero algunos fungicidas han sido reportados como hepatotóxicos y disruptores endocrinos».

Metales dentro de los límites

En referencia a la presencia de metales pesados hallados en los peces capturados, el informe realiza relaciones con el ya señalado Codex Alimentarius y las reglamentaciones de la Comunidad Económica Europea, Australia y Nueva Zelanda.

Sobre el particular, precisa el documento que en base a dichos parámetros «las concentraciones promedio encontradas en la campaña de 2019 muestran que para el Cd no se han excedido los MRL ya que no ha sido detectado en el músculo. Para el Cr, el MRL se superó en 10 peces de los 53 analizados (19%), 4 colectados en Bella Unión, 4 en Puerto Yeruá y 2 en Villa Paranacito. El mercurio nunca superó el límite para especies no ictiófagas y en sólo una oportunidad, un surubí de Bella Unión, superó el límite para especies ictiófagas, lo cual representa 1 caso de 17 (6%). Para el caso del Pb, sólo un sábalo de Bella Unión supero el MRL mencionado. En términos generales puede decirse que la probabilidad de consumir un pescado con niveles de algún metal que exceda los límites permitidos es relativamente baja. Repetir comidas con peces que excedan los límites aceptables hace que la probabilidad sea mucho menor».

De todos modos, se explicó que «las concentraciones de Cd y Pb en el músculo han mostrado un incremento en los últimos años semejante a lo ya comentado para los PCBs y POCs. El Cd llegó a exceder el MRL para consumo en un 30% de las muestras del 2018, requiriendo de atención durante los próximos años para seguir su evolución y definir si se trató de un año particular o la tendencia continúa y se requiere de alguna recomendación particular. La interpretación de las concentraciones de Cr suele ser controversial, dado que para muchos autores se trata de un elemento esencial. Si bien el Cr se encuentra normado su MRL en Australia y Nueva Zelanda y algunos pocos peces excedieron dicho valor, las concentraciones observadas no parecieran representar un riesgo para el consumo o la salud de los peces. En particular, en relación a tendencia observada durante 2017 y 2018 que evidenció un descenso de las concentraciones siendo no detectado en 2018 en ninguna de las muestras, fenómeno que resulta difícil de explicar sólo con la información que se cuenta».

Algunas conclusiones sobre residuos contaminantes

Entre sus conclusiones, el estudio remarca «la importancia y utilidad de los relevamientos que se han venido realizando para comprender la dinámica vinculada a la acumulación de los contaminantes en los peces del Río Uruguay y la posibilidad de poder establecer pautas para su conservación y manejo».

Por este motivo, sugiere que «resultaría de gran valor comenzar a realizar estudios complementarios que permitan establecer relaciones entre los niveles de concentración halladas en los tejidos y posibles efectos adversos sobre los peces».

También, advierte que «los peces reflejan a través de la acumulación de las diferentes sustancias estudiadas en sus tejidos, el uso que los seres humanos hacemos tanto de compuestos de origen antrópico (xenobióticos), como así también, de las modificaciones de los ciclos biogeoquímicos de los elementos naturales (ej. metales). En tal sentido, el relevamiento que realiza la CARU resulta de gran importancia para monitorear lo que está ocurriendo con dichas sustancias en el ecosistema del Río Uruguay. La información generada por estos relevamientos es útil para la toma de decisiones y la elaboración de recomendaciones. Por ejemplo, sobre la regulación de alguna de las actividades que particularmente señala el presente informe como son la remoción de los sedimentos (ej. PCBs, POCs, Pb) y el uso de plaguicidas (ej. atrazina). En cuanto al Hg, el origen y distribución ambiental de este elemento es más complejo y en tal caso sería una alternativa aconsejable la elaboración de recomendaciones para el consumo dirigido a poblaciones que basen su dieta fuertemente en el consumo de pescado.

Finalmente, poder complementar el relevamiento de las concentraciones de contaminantes en músculo con el relevamiento de indicadores biológicos de la salud de los peces resultaría de gran ayuda para conocer la relación entre los niveles de acumulación de dichas sustancias y el desempeño biológico de los peces del Río Uruguay, así como las potenciales consecuencias sobre la viabilidad del recurso pesquero».

Por último, sostiene que, «en términos generales la aptitud de para el consumo de los peces del Río Uruguay es aceptable ya que la frecuencia con la que se exceden los MRLs suele ser baja, sin embargo, para determinados compuestos y especies se podrían elaborar desde la CARU simples recomendaciones de consumo que minimicen los riesgos.

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1 Respuesta

  1. 07/02/2023

    […] estudio realizado por científicos de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) demostró que los sábalos del tramo inferior del río Salado -desde San Justo hasta la desembocadura en Santa Fe- están contaminados por altísimos niveles de agrotóxicos que componen un cóctel de nueve […]

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