Agroecología y Agricultura Biodinámica: Remo Vénica cumple 80 y se asombra de Gualeguaychú

Históricos. Irmina y Remo, medio siglo de casados y sostienen convicciones comunitarias y ecologistas. (Fotos gentileza Leisa y Lavaca)
Compartilo con

Larga vida de lucha, historia de película: Remo Vénica y su esposa Irmina Kleiner, convertidos en exitoso testimonio de agroecología.

Por Daniel Tirso Fiorotto

“Se inicia la revolución ecológica, imparable”, bromea Remo Vénica con sus pares. Estamos en el Segundo Congreso de Alimentación Sana, Segura y Soberana -PASSS-, en el ex frigorífico Gualeguaychú. Lo que no les dice el incansable y visionario luchador es que ese chiste encierra su verdadera esperanza en el Plan llamado PASSS, basado en la agroecología, y en los encuentros de estudiosos ecologistas.

Remo Vénica sintetiza más de medio siglo de luchas agrarias, pero en vez de representar discusiones del pasado expresa una avanzada en el ecologismo, en la agricultura ecológica o agroecología, con una visión esperanzada en el futuro, con prácticas coherentes con su palabra, y una raíz milenaria que sustenta su formación: las familias campesinas, los pueblos ancestrales.

El legendario campesino argentino, el gringo paisano que acompañó a su esposa Irmina Kleiner en los momentos más duros de una pareja, embarazados en la selva chaqueña y los cañaverales santafesinos, huyendo de policías y militares, dando a luz en cuevas; el cofundador de la chacra Naturaleza Viva que hace fama en el mundo por su sistema de producción en armonía con la naturaleza, asistió solo, esta vez, al encuentro de Gualeguaychú, porque Irmina debió quedarse en la granja del norte santafesino, a atender la visita de un grupo de mujeres europeas.

Este año 2023, Remo cumplirá 80 años, Irmina 70, y celebrarán los 50 años de casados. Con seis hijos y 17 nietos, la familia ha demostrado con esfuerzo, creatividad y compromiso con la Pachamama y el pueblo que el trabajo comunitario es eficaz y saludable, que con poco se puede, y que los mismos ingenieros agrónomos que ayer nomás aconsejaban herbicidas al por mayor, hoy miran con respeto las experiencias agroecológicas.

Aquí un fragmento de una larga entrevista con el legendario Remo Vénica en Gualeguaychú. Para completar las respuestas traducidas al lenguaje escrito debemos decir que todas sus palabras contienen un adicional de energía vital, de esperanza, alegría, convicción, una actitud que contagia.

La revolución verde

—¿Cómo ve la participación de la juventud en temas que usted y su familia vienen conversando hace décadas?

—Es algo espectacular. No tengo palabras para explicar la multiplicación de la experiencia de este lugar, la concentración de personas capaces de debatir y producir lineamientos que acompañen a Gualeguaychú en este proceso transformador. Es un hito en la historia. Tanto al inicio como ahora fundamentalmente porque hay realizaciones, hay toda una propuesta para la comunidad y para las zonas rurales.

—Parece que esto genera compromisos en la misma dirigencia.

—Por supuesto. Y se nota en el intendente el entusiasmo y la claridad en los planteamientos. Es extraordinario.

—Se vuelve satisfecho.

—Recontra satisfecho, creo que lo que se genera en Gualeguaychú, en un municipio con una experiencia única en la Argentina (porque hay otros, pero no de esta envergadura), es un fenómeno que va a lograr transformaciones en los sistemas productivos. Hay cosas muy claras, y acá aparece la verdad manifiesta, a través de centenares de dirigentes del país que convoca Gualeguaychú para debatir. Nos dan aliento, entusiasmo, propuestas. Estamos en una bisagra. Porque no hay alternativas de defender el sistema de la ‘revolución verde’, el uso de agroquímicos, el sistema de envenenar la tierra. Y más con la experiencia que tenemos nosotros, de 36 años, donde unos suelos de tercera los tenemos cada vez más fértiles, con mayor productividad, ganando más y produciendo más para la Argentina.

—Siente que la familia Vénica ha aportado su granito de arena.

—Por supuesto, pero no solo la familia Vénica. Acá cuántas familias nos encontramos, y cada una con su experiencia.

alt="Naturaleza Viva. Modelo de trabajo asociativo y de producción de alimentos diversos y sanos, que llevan adelante Remo Vénica e Irmina Kleiner"
Naturaleza Viva. Modelo de trabajo asociativo y de producción de alimentos diversos y sanos, que llevan adelante Remo Vénica e Irmina Kleiner.

Recuperar la vida

—En estas siete u ocho décadas nuestras provincias de Entre Ríos y Santa Fe expulsan población de las zonas campesinas y de los poblados pequeños. ¿Cómo lo ve en el norte santafesino?

—Es tremendo. Nosotros, en Naturaleza Viva, ahora, además de las 150 hectáreas propias que tenemos agregamos 220 hectáreas más que recuperamos de agricultores pequeños y medianos que cedieron las tierras a los pooles de siembra y cuando les hicieron mierda los suelos, como producen menos, las dejaron. Hacemos convenios, o alquilamos con 10 años como mínimo porque tenemos un período de recuperación de la fertilidad. Pero es interesante entender que la fertilidad de la tierra se recupera rápido. El secreto es recuperar la vida. Lombrices, bacterias, microorganismos, hongos. Y hacer un tratamiento de rotación de agricultura y ganadería. También las pasturas. El INTA siempre dijo ‘acá en Guadalupe Norte la alfalfa no puede venir, no es para esta zona’. Te digo: mi hijo tiene a cargo la cuestión, si vos vieras los alfalfares, una hermosura. Pero además, los girasoles, el lino, los maíces, los trigos.

—En la variedad de rubros que encaran tienen un tambo.

—Un tambo con 120 vacas en ordeñe, donde el criterio de Naturaleza Viva es producción, transformación, alimento y comercialización en redes en todo el país. Tenemos más de quinientas redes en el país donde distribuimos los alimentos de Naturaleza Viva. Por qué lo hacemos: para permitir que la gente tome conciencia de que en la unidad se hace un ejercicio comunitario de un cambio de mentalidad.

—Al mismo tiempo que notamos cierto aliento para cambiar el tipo de producción, los pequeños tamberos perdieron en pocos lustros sus cooperativas y murieron como familias productoras. Quedan grandes tamberos. Una paradoja. En Gualeguaychú cayó Cotagú, en Paraná Cotapa…

— Tenemos que recuperar los tambos pequeños y medianos que han desaparecido. Porque la relación agricultura-tambo es extraordinaria. La agricultura-ganadería, pero la agricultura-tambo mejor todavía. Fijate: qué alegría encender la hornalla de la cocina y saber que el gas es gratis. Porque la bosta y el orín de las vacas del tambo van a un biodigestor y de ahí un gas que llega a la familia, e incluso para los procesos de dulces, mermeladas, jugos. Porque en Naturaleza Viva tenemos muchos frutales, más de treinta tipos de frutales que estamos envasando en forma permanente.

Las Ligas Agrarias

—Veníamos viendo más herbicidas e insecticidas, pero se notan pequeños focos de algo distinto, ¿usted está esperanzado en que podamos cambiar?

—Recontra esperanzado, sabés por qué: la agricultura industrial, la agricultura de los agrotóxicos, la ‘revolución verde’, fracasó. Eso ya el INTA lo sabe. No se puede seguir hablando de una agricultura que envenena la tierra. Que mata la vida, mata el suelo que produce la fertilidad en forma permanente. En Naturaleza Viva tenemos cada vez más fertilidad mientras que los vecinos con agroquímicos tienen más erosión de sus suelos.

—Hace 37 años apenas empezaba el tema de la soja, ¿qué despertó en ustedes esta conciencia?

—Tanto Irmina como yo hemos dedicado diez años de capacitación y organización de cooperativas. Creamos junto a miles de campesinos las Ligas Agrarias…

—Entonces hablábamos de reforma agraria, pero no tanto de ecología.

—Claro, en aquella época el uso de agroquímicos no era con la densidad de hoy. Las corporaciones que venden agrotóxicos van aumentando la cantidad, se están llevando la guita con el sufrimiento de los campesinos, los agricultores, y con el deterioro de la calidad de los suelos, la fertilidad de la tierra.

—Hay algo en la familia que generó el interés. Pero ¿estaban en conversación con otros grupos?

—Por supuesto. Teníamos vínculos con las comunidades originarias; muchos desprecian lo que hacen, y los pequeños campesinos de Misiones: hay 15.000 familias de pequeños productores con parcelas de 25 hectáreas.

—Pasa con citricultores de la zona de Chajarí y Federación.

—Exacto, tengo ahí amistad con algunos de ellos. Cuando tenés menos hectáreas tenés la necesidad de mayor fertilidad para lograr rendimientos, mayores recursos para tu familia.

—Me remito a tres décadas y media atrás, esos vínculos que decía, ¿con quiénes?

—Yo fui promotor del desarrollo de la región junto al INTA y los grupos Crea, y cuando surge Cambio Rural estuve muy metido en todo eso, y me permitió conocer experiencias de todo tipo y color. Más grandes, más chicas. Hay experiencias chicas que conocí porque mi esposa es de Misiones, experiencias asociativas… fueron los primeros en hacer las ferias francas, los de Misiones, en Posadas, Puerto Rico, Eldorado…

Alimentos de calidad

Remo Vénica sugiere la agroecología pero también cerrar el círculo con la energía y la comercialización.

—Ustedes constituyen un puente Santa Fe – Misiones, porque usted y sus padres son del norte santafesino.

—La casa en que vivimos en Naturaleza Viva es la casa de mis padres.

— Remo, ¿cómo considera este momento?

—Es un momento clave. Este evento en Gualeguaychú es una potencia para generar una cuestión interesante en todo el país. Es una bomba que despierta una cantidad de conciencias, aquí, pero que a través de la gente que está, de las universidades, el INTA … me he encontrado con compañeros del INTA de aquella época, y ahora estamos en esta corriente de la vida, de la transformación, de un nuevo modelo de desarrollo que va a hacer felices a todos los agricultores pero fundamentalmente felices a todos los que consumen alimentos de calidad. Este es el tema ahora. Porque tenemos mucha gente de la ciudad que demanda productos de calidad. Esto va a ser revolucionario. Porque ya el tema de comer alimentos envenenados con todas las experiencias que tenemos de cáncer de jóvenes, de niños, che: hay que definir claramente que estamos a favor de la vida.

—Hay productores que escuchan a ingenieros que le sugieren glifosato…

— Ojo que los ingenieros no están hablando mucho de eso, porque tienen vergüenza. Ellos son inteligentes, se dan cuenta. Algunos lo hacen por negocio, pero muchos están convencidos de que el ingeniero tiene que tomar posición en este proceso de transformación hacia una mejor calidad de vida.

—Pensemos en un productor de 30 ó 50 hectáreas que lo quiere escuchar. ¿Qué experiencia le cuenta usted? Porque si por ahí una familia le erra queda endeudada…

—Primero, que el que adopta esta metodología de producción difícilmente se endeude. El primer paso que hice en Naturaleza Viva es atender una deuda de 15 mil dólares en un campo de menos de 95 hectáreas; estábamos a punto de perder la tierra de mi padre, y eso me despierta. Por supuesto, con toda la experiencia de los grupos, de las ligas campesinas de todo el nordeste y después del país entero, comenzamos a pensar de manera diferente. Entonces no tenés riesgo, podés tener factor de sequía, de inundación, pero que el cultivo agroecológico te va a dejar en la calle, es mentira.

—Más cuando está diversificado.

—Estamos hablando de eso, porque la agroecología diversifica. La agroecología propone la transformación de la materia prima en alimentos. Éste es el secreto: multiplica por tres las ganancias. Y no estoy hablando de que vas a ganar más porque vendés productos agroecológicos. A los mismos precios que están en el mercado vos estás triplicando, porque tenés la ganancia del productor (materia prima), la ganancia de transformar en aceites, prensado en frío, harinas, etc., en utilizar el ciclo porque al producir aceite tenemos el pellet para los alimentos del ganado, viste que al ganado lechero o del engorde se le da una mínima ración para complemento, y te imaginás lo que es el pellet de girasol en la alimentación, la proteína… cambia toda la mirada, toda la perspectiva.

Curvas de nivel

—¿Le pasaba a usted en su zona la pérdida de suelo con el sistema de trabajo en los campos arcillosos, como ocurría en Entre Ríos, que no hacíamos terrazas para la protección?

—Cuando veníamos a este encuentro con dos compañeros de Formosa decíamos ‘che qué raro, no veo curvas de nivel, en suelos con pendiente’. Eso se tiene que llenar de curvas de nivel. Nosotros lo hicimos allá aún con pendientes mucho más leves que las de acá. Nosotros teníamos un campo en Margarita con suelos como estos, es ahí donde hicimos primero las curvas de nivel, mi hermano mayor me retaba, yo era el menor. ‘Mirá que andar haciendo curvas, hay que trabajar con las curvas’. Pasaron cuatro años, me dijo: ‘Remo te felicito por las curvas’. Antes hasta algodón sembrábamos, y en línea recta, te imaginás que una lluvia nos llevaba la tierra. Encima cultivábamos seguido. Pero sabés qué: hay que dejar de ser boludo. Tenés que empezar a trabajar con la materia gris, con la creación. Y un vínculo muy estrecho con la naturaleza. Hay que comprender los fenómenos de la naturaleza.

—La Pachamama.

— Nos sentamos a almorzar y agradecemos a la Pachamama, porque cuando nos sentamos a almorzar el 95 % de los productos que comemos son de origen de Naturaleza Viva. Cómo no voy a estar enloquecido con la Pachamama. Tenemos que recuperar ese vínculo. Cuando comenzamos la agroecología en Naturaleza Viva yo sentí que la Pachamama me dijo, ‘Remo, ahora sí vamos a trabajar juntos por el bien de ustedes y de la humanidad’. Porque yo antes era tirador de agroquímicos. Yo sabía todas las dosis.

—Los agroquímicos no empezaron hace tanto.

—Antes de los años 70.

—Remo, veo que estamos hablando con entusiasmo, alentados por este movimiento…

—No diría movimiento: este fenómeno extraordinario de expansión de una nueva manera de vivir, de ser, de producir alimentos de calidad. Eso es lo que sucede acá.

Naturaleza Viva

Naturaleza Viva es una asociación de 15 familias, dijo Remo Vénica. “Eso es Naturaleza Viva, un organismo comprendido por todos los elementos y seres que conviven e interaccionan en la granja como ser, suelo, agua, aire, calor, luz, plantas, animales, el propio ser humano como gestor de procesos, el clima, las estaciones y los demás aspectos que determinan ritmos. Todo esto representa un conjunto vivo en interacción, donde el hombre tiene como misión conducir la producción de alimentos sanos y lograr la sustentabilidad ecológica, económica y social”, explica su página de Facebook. (Foto: extraida de Facebook).

—¿Naturaleza Viva es una chacra?

—La chacra tiene una connotación, más individual. Naturaleza Viva son quince familias que trabajan organizadas a través de una SRL. Primero decidimos ser una cooperativa, después decidimos que no porque no había conciencia en todo el personal. Pero es una asociación de 15 familias, treinta trabajadores… Un lugar donde se almacenan los granos, una cámara de 150 toneladas para guardar los granos de trigo, de girasol, para todo el año. Siempre tenemos producción de harinas, de maíz, producción con granos conservados con toda la vitalidad. Y todo el año se hace aceite, harinas, se comercializan…

—Esas treinta personas trabajando son parte de esas 15 familias.

—Exacto. Algunas están con la familia entera, en otros casos el esposo, la esposa…

—Sus hijos acompañan, uno estudió agronomía

—El otro licenciado en administración rural. Tengo una hija con doctorado en alimentación y trabaja en el Conicet, en la Universidad del Litoral.

—¡Los abandonó!

—No (risas), ahora nos tiró la idea, quieren hacer con su familia una fábrica de fideos. Ah, perfecto. Estamos haciendo harina de hojas de plantas como la mora que tiene más del 20 % de proteínas. Hacemos harina, esa harina después la vamos a incorporar en los fideos… Mi hijo de 24 años hace tutuca. Por ahora de maíz y arroz. Pero va a ir al amaranto, a las semillas importantes para la alimentación.

La odisea

Remo se explaya sobre sus seis hijos y 17 nietos, cuenta vida y obra de cada uno. Entonces le rogamos que nos diga cómo ve, a la distancia, aquella experiencia en el monte y los cañaverales, perseguidos por el estado.

“Una odisea”, dice, y resalta principalmente la voluntad de Irmina.

—Pero qué te parece. Vos sabés lo que es atenderle el parto a mi compañera en la selva. A tres metros y medio de profundidad, atender el parto, por supuesto, no teníamos experiencia y con las instrucciones de una campesina que era partera… un parto extraordinario.

—Ahí nació…

—La primera, Marita, que hoy vive en Santa Fe. Son seis hijos. Esa es la que nació en el monte. Tuvimos que escapar porque nos perseguían a muerte en la selva, estábamos rodeados por más de 500 milicos, toda la policía chaqueña para matar a Irmina y a Remo, era de locos. Decidimos caminar al norte de Santa Fe, porque yo conocía mucho el norte, por el trabajo de las ligas campesinas. Las Ligas Agrarias de aquella época. Estábamos en el Chaco, caminamos más de 300 kilómetros, Irmina embarazada del segundo, ahí nace Eduardo, y después ya vamos al exilio…

Remo no ignora que su familia sufrió dificultades de toda índole por la persecución y el destierro. La historia de la primera niña es impactante, y fue uno de los ejes de la película “Los del suelo”, de Juan Baldana, que cuenta esta odisea basada en el libro “Monte madre”, de Jorge Miceli.

Y celebra también la situación familiar actual… “Hay otra que vive en Córdoba, porque resulta que los gavilanes me llevaron las tres mujeres”, ríe.

—Tres metros de profundidad, en una cueva.

—Hicimos una cueva de tres metros y medio de profundidad.

—A pala.

—Por supuesto. Pero además teníamos relaciones con campesinos que si necesitábamos algo nos daban. Incluso nos daban mercadería.

—Esa gente se portó.

—Se portó de diez. Sí porque nosotros estuvimos trabajando muchos años en la capacitación campesina.

—¿Cuánto tiempo en el monte?

—Tres años en la selva chaqueña, un año en los cañaverales del norte de Santa Fe donde nace el segundo que es Eduardo, que hoy lleva la parte de gestión en Naturaleza Viva.

—Y después el exilio.

—Estuvimos cuatro años en el exilio, y entramos cuando Alfonsín. Alfonsín asume el 10 de diciembre del 83, nosotros el 31 estábamos entrando.

—Imagino que vamos a Naturaleza Viva y vemos un monumento a Irmina que le ha levantado usted, ¿no?

—No (risas), el monumento está en el alma, en el corazón…

—Remo, gracias, a las órdenes.

—Bueno, un gusto… Che, le dije a aquellos dos, serio, ‘che, ¿se enteraron lo que pasó?’, y los dos preguntaban ¡qué pasó!: ‘se inicia la revolución agroecológica, imparable’…

Las inclemencias de las ocho décadas no le han mellado a Remo Vénica el buen humor.

El PASSS

En el encuentro más reciente del PASSS en Gualeguaychú se escucharon las palabras de Rubén Kneeteman, Jorge Rulli, Walter Pengue, Andrés Dimitriu, Marta Maffei, Guillermo Priotto, Quique Pesoa, Darío Aranda, Cecilia Gargano, entre otros, además de Remo Vénica, y se hicieron visitas a las chacras con agroecología.

Dijo Américo Schvartzman: “Gualeguaychú se ha convertido en un faro, un foro, una feria de ‘utopías reales’, tomando la expresión de Eric Olin Wright. Esta ciudad, con determinación envidiable, da pasos hacia otros rumbos posibles: el desafío de producir la mayor parte de los alimentos que la población necesita, y de manera sana, segura y soberana. Un Plan desafiante… El tiempo dirá si logra convertir en real esa utopía”.

El propio Schvartzman se encargó luego de mostrar notas discordantes en una ciudad que hace rato da la nota.

También puede gustarle...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error

¿Te gusta este sitio? No te pierdas nuestras noticias